MADRID.- Una de cada tres empleadas domésticas o empleados domésticos vive en hogares que están por debajo del umbral de la pobreza (el 16 por ciento en la población general) y duplican los retrasos en el pago del alquiler o la hipoteca respecto a cualquier otro trabajador en España.
Según un informe de Oxfam Intermón
y de Instituto de Estudios de Género de la Universidad Carlos III, la
pobreza laboral y la precariedad afecta de manera importante a las
trabajadoras de ese sector (la mayoría son mujeres y el 57 % extranjeras),
cuyos trabajos con alta tasa de temporalidad y de informalidad ocasiona
situaciones de pobreza en el 34,3 por ciento de sus hogares.
Hay más de 630.000 personas dedicadas al empleo del hogar, casi el 4 por ciento de la población activa, y 163.925 no están registradas en la Seguridad Social y por tanto no cotizan ninguna de las horas trabajadas, lo que limita sus derechos laborales en el presente y en el futuro.
El estudio calcula que si este sector económico estuviera legalmente remunerado equivaldría al 2,8 por ciento del PIB
y por ello reclama cambios normativos para que se equiparen los
derechos laborales de las trabajadoras del hogar al del resto de los
asalariados, facilitando la cotización del empleo doméstico.
“El empleo doméstico es riqueza”, ha explicado Liliana Marcos, desde Oxfam, y sin él el resto de la economía se vería perjudicada, y “cubre espacios que el estado no hace por falta de recursos”.
Según una encuesta realizada entre 205 empleadas del hogar, sólo 18 cotizaba su trabajo y el 43,4 por ciento ni una sola hora al mes (89 trabajadoras).
Oxfam denuncia que la precariedad tiene rostro de mujer, tal y como muestra que 7 de cada 10 salarios va a manos de una mujer.
En relación con la calidad del empleo del hogar, las mujeres empleadas en ese sector superan la media estatal de temporalidad
del mercado laboral: 1 de cada 3 contratos de no internas son
temporales, en el conjunto de la población asalariadas es 1 de cada 4.
“Sufren además una rotación mayor que el resto de la población,
lo que les impide acumular antigüedad”, principalmente por la baja
remuneración, ha explicado el investigador de la Universidad Carlos III
Luis Gómez, quien ha detallado que si el contrato temporal medio dura
128 meses, en las empleadas del hogar apenas llega a los 70 meses.
“Si la tasa de parcialidad entre la población asalariada ronde el 15
por ciento, se multiplica por 4 y llega hasta el 62 por ciento de las
trabajadoras de hogar no internas”, ha señalado el expertos.
Las trabajadoras manifiestan su insatisfacción por las horas que trabajan y desearían la extensión de sus jornadas,
señala Gómez, lo que no ocurre con las trabajadoras internas con una
media de horas efectivas de 61 y un 4,5 por ciento supera las 90 horas a
la semana.
A pesar de la precariedad que vive el sector, faltan menos al trabajo que el resto de la población,
“a pesar de que las características de su trabajo, en muchos casos les
obligan a levantar pesos elevados” y otro tipo de duras cargas.
En el 43 por ciento de los hogares vive un niño y el 4,5 por ciento
de los hogares de las empleadas domésticas conforman una familia
monomarental.
Desde la ONG Territorio Doméstico, de ayuda a las mujeres de este
sector, Rafaela Pimentel ha destacado el valor del trabajo
invisibilizado que prestan en la sociedad, “que no se contabiliza ni en
tiempo, ni en dinero”.
También ha denunciado que la ley de Extranjería obliga a muchas de las trabajadoras a hacerlo sin poder darse de alta a la Seguridad Social durante varios años hasta que obtienen el documento de arraigo que les permite tener un contrato de trabajo.
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