miércoles, 26 de julio de 2023

Desfile de muertos vivientes en el cementerio de la derecha política

 


MADRID.- “Colapso en el PP ante unos datos muy por debajo de las expectativas y que no estaban en ningún cálculo”, decía una frase en la crónica de la noche electoral en la sede de Génova publicada en ABC en la noche del domingo. No la busquen ahora. Desapareció en una edición posterior cuando alguien decidió que daba una imagen muy negativa del ambiente en la sede del partido, según advierte www.eldiario.es

Luego aparecieron hasta catorce personas en el balcón del PP para fabricar una imagen de victoria. Alberto Núñez Feijóo se rodeó de trece guardaespaldas a ver si socializaba la culpa. Una de ellas vestida de rojo, Isabel Díaz Ayuso, exhibía una mirada enigmática. No podía ocultar que todo ese jolgorio sólo encubría el fracaso de Feijóo.

Al día siguiente, el PP mantuvo la ficción. Los resultados habían demostrado que la idea de España del PP, incluso si le sumamos la de Vox, no era compartida por la mayoría de los españoles. Antes de admitir que el país al que se dirigen no es el que de verdad existe, Borja Sémper situó al PP en la posición de víctima. Colocó al PSOE y Vox en los extremos y les hizo responsables de “un escenario políticamente muy endiablado fruto de la polarización”. 

Que el PP no acepte su responsabilidad en la polarización acaecida en esta legislatura, también llamada crispación, es prácticamente un fenómeno extrasensorial. Es una escena sacada de una película de zombis. Son muy peligrosos, pero no se puede sostener que sean capaces de pensamientos racionales.

El sentimiento de perplejidad, de palparse los huesos después de un choque frontal a más de cien kilómetros por hora, se extendía como un virus en la derecha mediática. Habían construido un gólem demoníaco llamado Sánchez al que veían controlado por la antiEspaña y que sólo podía acabar siendo destruido por las fuerzas del bien.

Fabricaron nuevas evidencias de esa corrupción. Denunciaron que se estaba cocinando un inmenso fraude en el voto por correo, aunque ahí sólo seguían la senda marcada por dirigentes del PP, algunos de los cuales daban por hecho en una fecha tan cercana como el 17 de julio que medio millón de personas se quedaría sin votar. Cuando eso no funcionó, un incendio en un túnel ferroviario el mismo domingo les volvió a excitar. Ni un día sin conspiración. Está en su naturaleza.

El escritor Andrés Trapiello se volvió loco al escuchar a la gente gritar “¡no pasarán!” por la noche ante la sede socialista de Ferraz. Antonio Ferreras no paraba de mencionar el “Gobierno Frankenstein”, una terminología obviamente partidista y favorable a la derecha. Jorge Bustos se quedó estupefacto al ver que los españoles no piensan igual que los columnistas de derecha. José Antonio Zarzalejos estaba tan dolido que pareció anunciar un largo periodo de abstinencia periodística, ya que había descubierto que el país que imaginaba no existía.

En Telecinco, Ana Rosa Quintana protagonizó en directo la pataleta del día, indignada porque Sánchez estuviera tan sonriente la noche anterior. Estaba tan crecida que había anunciado unos días antes que sólo había pedido una entrevista para el lunes, la del líder del PP como vencedor. Al final, se tuvo que conformar con Cuca Gamarra, lo que le debió de parecer un bajón.

“El ridículo que hemos protagonizado muchos columnistas ha sido de órdago a la grande, a la chica, a los pares y al juego”, escribió Alfonso Ussía consiguiendo por primera vez en su vida el asentimiento de la izquierda y la derecha. Fue un raro momento de lucidez que probablemente no dure mucho. Otros pensaron que era más inteligente echar la culpa a los españoles: “Por qué últimamente nos gusta tanto hacernos daño”, dijo Ignacio Varela, un fanático del antisanchismo. 

En la izquierda, Sumar intentó aprovechar el impulso de los resultados para asumir protagonismo a la hora de recabar el apoyo de Junts al Gobierno de coalición. Lo mismo esa labor le corresponde al presidente en funciones. El partido de Carles Puigdemont ha dejado claro en tantas ocasiones que no apoyará a nadie que no le garantice un referéndum de independencia que parece difícil que sea un socio viable. Eso en el caso de que se pueda establecer una posición clara sobre lo que hará Junts, un partido / movimiento que tiene más líderes que estrategias. O que tiene una por cada día de la semana.

Los socialistas no dieron la impresión de tener mucha prisa en desenredar el asunto de la gobernabilidad, sobre todo si Sumar o ERC les hacen parte del trabajo incómodo. “No habrá repetición electoral”, dijo Sánchez el lunes a los dirigentes socialistas. No explicó cómo va a conseguirlo. Pero, claro, si PerroSanxe, Mr. Handsome o Pedro el Bello te dice que te vayas tranquilo de vacaciones después de una escapada en el límite que ya quisiera Houdini, como para decirle que no.

“Es el PP quien está hablando ahora consigo mismo. Vamos a dejar que se cuezan un poco en su propia salsa”, dijeron fuentes socialistas a este diario.

Es una salsa bastante aguada. Feijóo reunió a la Junta Directiva Nacional del PP para comunicarles que habían ganado las elecciones. Algunos aún no lo tenían muy claro. Aparentó ser el político que recibirá el encargo de formar Gobierno y de ahí que explicara que había estado en contacto telefónico con líderes de otros partidos. 

Pasaron unas pocas horas y el PNV le envió un mensaje para decirle que lo que ya debería saber, que nunca estará en una mayoría de investidura en la que participe la extrema derecha. Tampoco había que ser un genio de la política.

“España necesita moderación y entendimiento”, dijo. Evidentemente, nada de derogar el sanchismo. No había tanto sentido del humor como para seguir en esa línea. Ahora toca reclamar el apoyo socialista con la intención de dinamitar su obra legislativa. Las caras de los dirigentes del PP eran reveladoras de su escaso entusiasmo. Les valen para el próximo funeral al que tengan que asistir.

Díaz Ayuso parecía tranquila con muchas miradas pendientes de ella. Si el escenario es una repetición electoral en diciembre, el PP no se planteará cambiar de montura. Otro fracaso o victoria incompleta abriría escenarios muy diferentes. La presidenta madrileña tampoco está en condiciones de alardear de haber avisado. 

Dos días antes de las elecciones, este era su pronóstico: “Creo que esto está sentenciado. Sánchez dimitió directamente en mayo y todo lo que estamos viviendo en la campaña es una broma, una pantomima, una gran mentira”.

La derecha ha vivido en una broma infinita en esta legislatura. Nunca es tarde para despertar

Con una circunscripción única, Sánchez no necesitaría a Puigdemont para ser investido

 


MADRID.- El sistema electoral español divide el territorio nacional en 52 circunscripciones electorales, una por provincia más Ceuta y Melilla, y a cada una de ellas le corresponde un determinado número de escaños en el Congreso de los Diputados en función de su población. 

Es un mecanismo que favorece la representación de las provincias menos pobladas porque todas tienen asegurado un mínimo de dos diputados, pero que también recibe muchas críticas: hay quienes denuncian la sobrerrepresentación de los partidos nacionalistas y otros que censuran el exceso de poder que otorga a los grandes partidos nacionales.

¿Pero qué hay de cierto en todas esas críticas? ¿Cambiaría algo el dibujo del Congreso con una sola circunscripción electoral para toda España? Para salir de dudas, 20 Minutos ha realizado una simulación repartiendo los 350 escaños de la Cámara Baja bajo una hipotética circunscripción única, según los resultados de las elecciones generales de este domingo 23J y manteniendo el sistema de reparto que establece la Ley d'Hont. Este sería el resultado:

  1. PP: 120 (-16)
  2. PSOE: 115 (-7)
  3. Vox: 45 (+12)
  4. Sumar: 45 (+14)
  5. ERC: 6 (-1)
  6. Junts: 5 (-2)
  7. Bildu: 4 (-2)
  8. PNV: 4 (-1)
  9. PACMA: 2 (+2)
  10. BNG: 2 (+1)
  11. Coalición Canaria: 1 (0)
  12. CUP: 1 (+1)

Como se puede apreciar, los dos grandes partidos, PP y PSOE, serían los más perjudicados porque perderían 16 y 7 escaños, respectivamente. El PP se mantendría como primera fuerza en el hemiciclo, pero caería de 136 a 120 diputados, mientras que los socialistas pasarían de 122 a 115, en segunda posición.

En el lado opuesto aparecen Vox y Sumar, los grandes beneficiados de la circunscripción única, ya que ambos escalarían hasta los 45 diputados. La formación de Abascal ganaría 12 escaños y la de Yolanda Díaz, 14.

Perderían representación los principales partidos nacionalistas vascos y catalanes porque Junts y Bildu cederían dos diputados, mientras que PNV y ERC entregarían uno. Sin embargo, la CUP, que se ha quedado sin representación tras las elecciones del 23J, lograría mantenerse en el Congreso con un escaño. También el BNG ganaría un escaño y se situaría con dos, mientras que Coalición Canaria mantendría su escaño.

La circunscripción única permitiría, asimismo, la entrada en el Congreso del partido animalista PACMA, que obtendría dos diputados, y dejaría fuera a Unión del Pueblo Navarro (UPN), que el 23J logró un escaño.

Pero más allá de las subidas y bajadas de cada partido, la circunscripción única dibujaría un panorama mucho más esperanzador para Pedro Sánchez que para Alberto Núñez Feijóo de cara a sus posibles investiduras. Mientras que la suma de PP y Vox se quedaría en 165 diputados y Feijóo seguiría incluso más lejos que ahora de la mayoría absoluta (176), a Sánchez sí le darían las cuentas.

De hecho, eliminando las 52 circunscripciones, Sánchez ya no dependería de Puigdemont para ser investido presidente del Gobierno porque al PSOE le bastaría con los votos de Sumar, ERC, Bildu, PNV y BNG para lograr la mayoría absoluta. La ahora imprescindible abstención de Junts, no sería necesaria.

Con la regla del 3% solo quedarían cuatro partidos

En la simulación anterior hemos eliminado la exigencia de alcanzar un mínimo del 3% de los sufragios para poder obtener un escaño. Es una norma recogida en la ley electoral y que se aplica en cada una de las 52 circunscripciones, pero que si se aplicara en una circunscripción única borraría del arco parlamentario a todas las formaciones de ámbito autonómico.

Es decir, desaparecerían del Congreso los partidos nacionalistas porque solo lograrían representación aquellos partidos de ámbito nacional, ya que el umbral del 3% se situó en las recientes elecciones generales en 734.476 votos y el partido nacionalista más votado, ERC, solo alcanzó los 462.883 sufragios.

Aplicando la regla del 3% en una circunscripción única, los 350 escaños de la Cámara Baja se distribuirían de la siguiente forma:

  1. PP: 130
  2. PSOE: 124
  3. Vox: 48
  4. Sumar: 48

Con estas reglas del juego, el gran beneficiado sería Feijóo, que podría ser investido con los votos de Vox al alcanzar los 178 diputados. En cambio, la unión del PSOE y Sumar se quedaría en 172 escaños, a cuatro de la mayoría absoluta.

¿Puede frenarse el frenesí turístico? Los vecinos de las zonas más atestadas piden menos visitas

 


MADRID.- En 2022, visitaron Canarias casi 15 millones de personas entre extranjeros y peninsulares, una cifra que Turismo de Canarias prevé —y confía— superar este año. Este sector supone más del 20% del Producto Interior Bruto (PIB) de la comunidad. Es la principal industria.

Lo que no se tiene en cuenta, según el filósofo Marco d’Eramo, autor de El Selfie del mundo: una investigación sobre la era del turismo (Anagrama), es que “aunque el fin del turismo sea tan inmaterial como un atardecer en la Acrópolis, posibilitar este servicio inmaterial requiere una infraestructura tan pesada y contaminante como la industria química: construcción de aviones, astilleros para cruceros, cementeras, carreteras, estaciones de esquí… el turismo es la industria que mueve decenas de otras industrias”. 

Superar cada año las cifras de visitantes implica decisiones como la destrucción del Puertito de Adeje, uno de los últimos espacios del sur de Tenerife libres de cemento. Y es que el archipiélago es finito: su extensión es solo cuatro veces superior a la del municipio de Cáceres, pero alberga 24 veces su población: más de dos millones de ciudadanos. 

En junio pasado, cientos de personas convocadas por una decena de colectivos sociales y ecologistas se manifestaron en Arona (al sur de Tenerife) para pedir una moratoria turística, una ecotasa y una ley de residencia. Es hora de decir basta, repetían.   

A 2.000 kilómetros, en la otra punta del país, la consigna que portan algunos colectivos es la misma: decrecimiento. Asier Basurto, miembro de la plataforma ciudadana BiziLagunEkin de San Sebastián, quiere que cada mes deje de celebrarse el aumento en la afluencia de turistas a la ciudad. 

“Este dogma era incuestionable desde hace 6 o 7 años pero, con lo que está pasando [desde la capitalidad cultural de 2016], gente de todo tipo de color político ha llegado a entender que crecer más no es buena noticia”. Se refiere a datos que describen cómo la vivienda se convierte en más inaccesible y se termina por expulsar a la vecindad. 

Que una plataforma para el decrecimiento como BiziLagunEkin surja en una ciudad cuyo consistorio abandera el llamado turismo de calidad no es casualidad. Pese a que el modelo San Sebastián quede muy lejos del turismo de borrachera, los vecinos también se enfrentan a la ocupación masiva de las calles, el ruido, las basuras, el tráfico o la convivencia con los pisos turísticos.

Asier Basurto sostiene que la denominación “turismo de calidad” no es más que un eufemismo para hablar de un turismo de rentas altas. El aeropuerto de Hondarribia tiene sobre todo “entrada constante de jets privados de ricos que vienen a comer a los restaurantes [de alto standing] de Donostia y la provincia”. Desde luego, el aeródromo ha batido sus récords de vuelos particulares este 2023. 

En la Costa del Sol, el Ayuntamiento de Málaga ha apostado desde los años 90 del siglo XX por el llamado turismo de museos. Allí se ubican, entre otros, el Thyssen, el Museo Ruso, el Picasso, el Centro de Arte Contemporáneo o el Pompidou. En ese contexto, la plataforma de alquiler Airbnb cuenta en el distrito Centro malagueño con 4.778 pisos para alquiler vacacional, frente a tan solo 1.700 viviendas. Hay diez pisos en Airbnb en el distrito por cada niño censado en el barrio.

También en esa web de alojamientos turísticos Málaga resulta ser la ciudad más buscada del mundo para 2023. Y la vivienda de alquiler está por las nubes. Según el portal inmobiliario Pisos.com, la subida del alquiler en la provincia en el primer trimestre fue la segunda mayor de España, quintuplicando la media nacional. 

Es, en palabras de Kike España, “una oportunidad especulativa enorme”. Este malagueño cofundó en 2021 la librería asociativa Suburbia desde el convencimiento de que “las lecturas y la producción de conocimientos son fundamentales para intervenir y para entender el entorno en el que estamos”.

Para España, la operación 'Málaga ciudad de museos' –el lema turístico hasta el año pasado– “ha sido un fraude y un engaño a la ciudadanía”. Pone como ejemplo los proyectos Urban del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), destinados a promover el desarrollo sostenible de barrios en crisis y cuyos fondos, opina, han servido para allanar el camino de la turistificación del Centro en lugar de destinarse a barriadas periféricas. 

Kike España tiene claro que la culpa no es del turista: “Más allá de que la persona sea más o menos respetuosa, estar solamente un día en un sitio, no tener una densidad de relaciones con los vecinos y no conocerlos de nada te hace más despreocupado (...) Lo que para una persona que está un día no es muy grave –poner un poquito más alta la música, hacer un poco más de ruido…– hace que se deteriore un barrio”. 

A quien sí reprocha es al Ayuntamiento por haber destruido el corazón de su ciudad con la mcdonalización de espacios como la calle Larios: “Ahora mismo el centro histórico de Málaga es un parque de atracciones, un decorado de cartón-piedra donde la vida es insustancial, un lugar solamente para el espectáculo”.

Frente a administraciones netamente turistófilas, el Ayuntamiento de Barcelona ha estado los últimos ocho años con Ada Colau al frente haciendo bandera de la regulación (no así del decrecimiento). Ya en julio de 2015 se congelaron las licencias de alojamientos turísticos en una ciudad, Barcelona, en la que hasta los turistas consideran que hay demasiados turistas, según un informe de la UOC.

Aun así, el antropólogo especializado en conflicto urbano José Mansilla reconoce la dificultad de la gobernanza turística en tiempos de redes sociales. “Antiguamente todo estaba basado en campañas de promoción a través de ferias de turismo o de inserción de publicidad en faldones en la prensa escrita o cuñas en la radio. Cuando cada uno de nosotros es un potencial emisor, eso es imposible”. 

El vecino Martí Cusó denuncia que en los últimos años se ha virado hacia un discurso de repartir el turismo en los barrios, que “al fin y al cabo es crecimiento”. Es un problema de ciudad, no un asunto del Gòtic, la Barceloneta o Gràcia.

“El turismo es el rostro del capitalismo”, señala antes de reivindicar iniciativas como la articulación de la Asamblea de barrios por el decrecimiento turístico, que logró que en el barómetro municipal el turismo fuera el principal problema de la ciudad en 2017. Aboga, como el donostiarra Basurto, por un decrecimiento no traumático para la población pero, en todo caso, recuerda que si no ocurre por las buenas, la crisis climática nos estallará en la cara y nos obligará a decrecer igualmente.  

¿Es posible que las administraciones contemplen el decrecimiento turístico con menos miedo? Además de las demandas de la sociedad, la información y la transparencia aportan claridad. El consenso académico va desplazando el concepto de la “capacidad de carga” (los turistas que supuestamente caben en una ciudad; 28 millones en Barcelona en 2019) por el de “límite de cambio aceptable” (el umbral hasta el cual aceptamos que un destino turístico experimente cambios sin comprometer su integridad cultural, ambiental y socioeconómica).

 Estos conceptos son políticos, no técnicos. Por lo tanto, fijar cuántos visitantes queremos debería ser fruto de un debate y una toma de decisiones democráticas entre los actores implicados que están en las antípodas del dogma de maximización de visitas actual. 

En palabras del filósofo Marco d’Eramo, el problema radica en que el turismo está asociado a nuestra idea de libertad. ¿Qué hacer cuando todo el mundo quiere viajar pero nadie quiere turistas? 

Marruecos sanciona a los responsables de exportar sandías con 'metomilo' a España

 


RABAT.- Marruecos ha tomado medidas contra los responsables de la exportación de sandías con exceso de restos de metomilo a la Unión Europea (UE) mediante la suspensión de sus licencias sanitarias y de exportación, informaron fuentes de la Oficina Nacional de Seguridad Sanitaria (ONSSA).

Las fuentes indicaron que los efectivos de ONSSA abrieron una investigación en cuanto recibieron una notificación del Sistema comunitario de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (Rasff) sobre la presencia de restos de un plaguicida, el metomilo, por encima de los niveles permitidos, en sandías procedentes del país magrebí y exportadas hacia España.

"Se ha podido identificar el campo en cuestión y hacer un rastreo del envío de las sandías exportadas, y se han realizado investigaciones para determinar el canal de comercialización del pesticida", explicaron las fuentes.

A raíz de las investigaciones se tomaron medidas mediante la suspensión de la licencia sanitaria a la unidad de embalaje de las sandías y la licencia de exportación del responsable de enviar este producto a la UE.

Las fuentes precisaron que se trata de una sola carga de sandías y "no todas las exportaciones destinadas a este mercado".

Al mismo tiempo, las fuentes de ONSSA subrayaron que desde principios de 2023, Marruecos solo ha registrado cinco notificaciones de la Rasff sobre frutas y verduras procedentes de Marruecos de un total de 497 alertas emitidas por este sistema sobre las verduras y frutas importadas en Europa desde todas las regiones.

La Comisión Europea (CE) ha alertado recientemente sobre la presencia de sandías procedentes de Marruecos con restos de metomilo, por encima de los niveles permitidos, tras recibir un aviso de España mediante el sistema Rasff.

La notificación se produjo el día 14, con actualización el día 20, mediante el sistema Rasff, por el cual España comunicó la alerta a la CE, quien a su vez remitió la información al resto de los países de la UE.

Vox blinda a Sánchez / Gabriel Albiac *



 Sucedió en otra era. Inicio de los años ochenta del siglo pasado. En París, Pierre Bérégovoy, que es entonces ministro de finanzas de François Mitterrand y que será después su primer ministro, conversa con un selecto grupo de periodistas, amigos de la causa. Están inquietos. ¿Por qué la televisión francesa –única y pública en aquel tiempo– fomenta con descaro la presencia de un político tan histriónicamente parafascista como Jean-Marie Le Pen?

Y Bérégovoy deja aflorar esa sonrisa benévola de los que están en el secreto. Y pide discreción a los amigos mediáticos: «Veréis, es una idea genial del presidente. Si logramos que Le Pen suba por encima del 9 por ciento en las generales, la derecha clásica será inelegible. De modo permanente. Haced cuentas». Las hicieron. Era una aritmética elemental. Y mortífera. El todopoderoso gaullismo quedaba excluido del poder, no por un ascenso en flecha de la izquierda. Eso vendría luego. 
 
Quedaba inhabilitado por el pequeño –pero suficiente– porcentaje de clientela que iba a perder por el lado de la extrema derecha del Frente Nacional. Y esa pérdida –y esa inhabilitación– perduraría. Con ella estaría garantizada la continuidad de Mitterrand, en lo que para él fue más un trono que una presidencia. Al cabo, sólo la enfermedad y la muerte rompió esa inercia. Y Mitterrand consumó su anhelo de siempre: ser jefe de Estado vitalicio. Con más poderes de los que ningún Monarca absoluto soñó nunca.
 
Ante Sánchez, parece haberse abierto ahora un proyecto casi calcado sobre aquel de la Francia de los años ochenta. Un azar, que nadie hubiera previsto hace diez años, ha dislocado, a la derecha del PP, una fracción ideológicamente caótica y retóricamente alarmante: Vox. Y esa fracción, administrada con eficacia, puede dejar ilimitadamente fuera del gobierno al centro-derecha español.
 
Ningún historiador reconocerá, en esa amalgama de ocurrencias infantiles y alarmantes grandilocuencias que es Vox, nada que se ajuste bien al concepto clásico de «fascismo». Más bien, si se quiere jugar a las genealogías, estamos ante una especie de hijo no muy brillante del tradicionalismo que pudrió nuestro siglo XIX, paralizando la modernidad española.
 
 Y que hoy debería aparecernos como una muy curiosa pieza de anticuariado. Pero, en política, no cuenta lo que uno es, sino la imagen que de uno puede construir la apisonadora mediática. La de Sánchez es extraordinaria: y el esperpento alzado se llama «Vox = fascismo = verdadero PP». Funciona. Eso demostraron las urnas en la noche del domingo.
 
Disparatado, en rigor. Pero ahí está. Y aquí, aquel «efecto Mitterrand», que Bérégovoy tanto alabó antes de suicidarse con la pistola de su escolta, esa «inelegibilidad» del centro-derecha, está en trance de consumarse. El sistema electoral español suma un plus en el coeficiente voto/escaño a favor de las candidaturas únicas y en perjuicio de las múltiples. Fue el recurso comprensible de una «transición» que buscaba la estabilidad mediante partidos fuertes y la extinción del temido enjambre caótico de los pequeños. 
 
Así, los votos sumados de PP y Vox (que, al cabo, empezó siendo sólo una escisión de descontentos en el partido de Rajoy) hubieran dado una mayoría de escaños bastante cómoda en el parlamento. Mientras concurran dos listas separadas, su posibilidad de sumar mayoría es cero. O casi. Y decidirán siempre los independentistas.
 
No hacía falta ser un genio para entender eso. Es lo que una pareja de asesores áulicos explicó a Sánchez en la madrugada del 29 de mayo, tras el batacazo municipal y autonómico. «Con Vox robando voto al PP, no hay posibilidad alguna de que Feijó sume los escaños suficientes en las generales. Puede que tú no ganes. Pero él tampoco. No tiene alianzas posibles: no podrá gobernar. Tú sí las tienes: Bildu, Esquerra, Puigdemont casi seguro… 
 
Vox hace inelegible a la derecha española. Es una ocasión de oro, sería estúpido no aprovecharla». Sánchez supo escuchar: no era tan complicado como escribir una tesis doctoral. Y el cálculo funcionó: los números siempre funcionan. Hoy, Vox es la garantía de continuidad de Sánchez. Y su coartada para cualquier cosa. Vox blinda a Sánchez.
 
Epílogo para franceses. Cuarenta años después del genial «algoritmo Mitterrand», el partido mayoritario en Francia es –ahora pilotado, modernizado y rebautizado por su hija– el de aquel parafascista loco llamado Jean-Marie Le Pen. El partido socialista no existe. Y la Francia republicana ve, con estupor, la inexorable llegada a la Presidencia de su peor pesadilla.

 

 (*) Filósofo


https://www.eldebate.com/opinion/20230726/vox-blinda-sanchez_130444.html