El presidente de la Generalitat Quim Torra ha dado un ultimátum
al Presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez para que convoque en
Cataluña un referéndum de autodeterminación antes del mes de noviembre.
Lo que él sabe que es absolutamente imposible por lo que se pone punto
final al diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez. El que sorprendido
por el anuncio de Torra insiste en reanudar el diálogo a fin de ganar
tiempo y evitar el adelanto de unas elecciones generales que parecen
imparables.
Torra, que el lunes animó a los CDR a ‘apretar’ en sus revueltas
callejeras contra el orden público, donde ya se habían producido actos
de violencia que luego llegaron hasta las mismas puertas del Parlament,
ha incurrido en un presunto delito de desorden público (artículo 557 del
Código Penal), y ha promovido en el Parlament (con ERC y PDeCAT) la
desobediencia al Tribunal Supremo en contra de la suspensión inmediata
de los diputados procesados según el auto del juez Llarena del Supremo.
Estamos en la reanudación del golpe de Estado catalán de 2017 y ante
un fracaso estrepitoso del presidente Sánchez que apostó por el diálogo
con los golpistas y su primer dirigente, el fascista Torra. Fracaso que
le obliga a Sánchez a la convocatoria urgente de elecciones generales
tal y como lo anunció días atrás desde Nueva York cuando -temeroso de lo
que urdía Torra- declaró que en caso de reanudarse el conflicto catalán
él convocaría elecciones.
El presidente Sánchez ha hecho un ridículo espantoso al apostar por
el diálogo con los golpistas, y con él fracasan Iglesias desde Podemos y
Urkullu del PNV que se sumaron a la estrategia del ‘diálogo’ en la
creencia de que el PDeCAT y ERC iban abrir un tiempo de diálogo y
normalización en Cataluña. Lo que dinamitó Torra, como fácilmente
era previsible y de acuerdo con Puigdemont que es quien dirige la
orquesta golpista y que, tras engañar a Sánchez, ha conseguido
desestabilizar al Gobierno español.
Y lo ha hecho Puigdemont después de conseguir que varios ministros
del Gobierno de Sánchez criticaran a fiscales y jueces por proponer y
decidir la prisión preventiva de los golpistas catalanes procesados por
la gravedad de los delitos y el claro riesgo de fuga.
Además, desde el
PSOE, se prometió indultos a los golpistas si son condenados -que lo
serán-, y también desde el Gobierno de Sánchez se criticó la actuación
de las fuerzas de seguridad que durante el pasado referéndum ilegal del
1-O y siguiendo órdenes del juez intentaron impedir la celebración del
referéndum.
Es decir Sánchez y su Gobierno han actuado de una manera lamentable
contra la Justicia, la democracia y a favor del golpismo catalán con el
solo objetivo de intentar que Sánchez permaneciera en el Gobierno hasta
2020 sin adelantar las elecciones generales que ahora debe convocar. Y
además en medio del escándalo de varios ministros de su Gobierno (dos
cesados y dos por caer), con la economía decreciendo y sin Presupuestos
para 2019, máxime después de la última declaración de Torra.
Pero Sánchez se ha encerrado en el búnker de la Moncloa y desde allí
ha enviado a su inefable portavoz Celaá a decir, fuera de la realidad y
sin querer escuchar él ultimátum de Torra, que el diálogo con la
Generalitat se puede reconducir. Cuando la verdad es otra y nos acerca a
la necesidad de volver a aplicar en Cataluña el artículo 155 de la
Constitución que solicitan PP y C's, y que por ahora excluye y demoniza
la portavoz Celaá.
Situación toda esta que nos recuerda el discurso del rey Felipe VI de
hace un año exigiendo la restauración en España del orden
constitucional. Un tiempo en el que los partidos constitucionales
españoles estaban unidos y que ahora Sánchez ha conseguido romper en su
empeño de diálogo y pacto con el golpismo lo que Torra y Puigdemont
acaban de dinamitar.
(*) Periodista y editor de www.republica.com
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