miércoles, 11 de mayo de 2016

La izquierda que viene / José Miguel Larraya *

Los manuales de periodismo desaconsejan arrancar las informaciones con una frase entrecomillada. Pero ésta es una cita muy tentadora. “A mí personalmente la palabra comunismo me sigue emocionando por dentro y hasta las entrañas, pero hay que admitir que a mucha gente la palabra comunista le echa para atrás, y si queremos que políticamente una mayoría nos apoye hay que dejar de utilizarla.”

No hace falta, a estas al­tu­ras, decir quien es el autor de esta frase, porque todo el que quiera saber co­noce el origen de los di­ri­gentes de esa iz­quierda que viene.

La im­plo­sión de la Unión Soviética abrió un enorme so­cavón en­torno a los par­tidos co­mu­nistas oc­ci­den­tales y sus or­ga­ni­za­ciones li­mí­tro­fes, pero más de 25 años des­pués la iz­quierda an­ti­ca­pi­ta­lista es­pañola ha re­na­cido fe­cun­dada por una es­pecie de rea­lismo má­gico bo­li­va­riano, una va­riante de mar­xismo tro­pical que tiene a Fidel como pa­triarca y a Chávez como au­sente, aunque quede mejor decir que han leído más a Gramsci que el Granma.

Pero ni La Habana ni Caracas son los puntos car­di­nales de esta nueva iz­quierda, aunque formen parte de su geo­grafía sen­ti­mental y pro­fe­sio­nal. La nueva iz­quierda an­ti-­ca­pi­ta­lista es­pañola es pro­fun­da­mente cas­tiza, hija de la li­bertad y de una me­jora de las con­di­ciones de vida que cuando se ven frus­tradas crean un pro­fundo re­sen­ti­miento. La tran­si­ción queda bas­tante más lejos que la caída del muro de Berlín y hoy la iz­quierda an­ti­ca­pi­ta­lista – que pre­sume de ju­ventud y he­te­ro­doxia en cual­quier ám­bito so­cial o po­lí­tico- en­ca­beza la pro­testa para exigir al sis­tema lo que la crisis ha se­gado. Estado del Bienestar para to­dos.

El éxito so­bre­ve­nido a Podemos en menos de vein­ti­cuatro me­ses, en la su­ce­sivas elec­ciones -- eu­ro­peas, mu­ni­ci­pa­le­s/au­to­nó­micas y ge­ne­ra­les, una au­tén­tica bur­buja de vo­tos, ha re­se­teado todo el dis­curso po­lí­tico de la iz­quierda de la iz­quierda y ha desem­bo­cado en la alianza elec­toral Podemos/Izquierda Unida que hace tem­blar al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

La di­men­sión del éxito del grupo que ha en­ca­be­zado Pablo Iglesias –grupúscuculo de­bían con­si­de­rarlo en el PCE cuando se fundó Podemos con par­tido po­lí­tico en enero de 2014- es la pe­ti­ción de re­la­ciones de Izquierda Unida, cuyo es­que­leto ha sido siempre el PCE, sin que ello sig­ni­fique ma­tri­mo­nio. Quieren ir juntos del brazo a las elec­ciones pero nadie duda cual es la fuerza do­mi­nante.

El en­trismo, en la vieja tra­di­ción no sólo tots­kista, se prac­ti­caba para em­po­trarse en las ma­sas. Y hoy están en Podemos y sus con­fluen­cias. Hay voces crí­ticas que in­dican que IU se di­sol­verá en Podemos, aunque en el PCE, veáse el re­ciente con­greso, as­piran a pe­ne­trar­los.

Pero la nueva alianza puede des­pertar viejos fan­tasmas de aquí al pró­ximo mes de ju­nio. El pe­ligro rojo, ese un viejo tó­pico que pa­recía tan em­bal­sa­mado como la momia de Lenin, puede des­per­tarse con otro ros­tro. El de la crisis griega. Porque hoy la imagen de los an­ti­sis­tema ya no son hoy los viejos par­tidos co­mu­nis­tas, ni sus or­ga­ni­za­ciones pan­ta­lla.

Alexis Tsipras re­pre­sentó en su mo­mento el sueño de Pablo Iglesias y el mo­vi­miento Syriza era el es­pejo en que se mi­raba Podemos. Hoy ten­drán que buscar cul­pa­bles para el desastre --¿tal vez el propio Tsipras?- que vive la so­ciedad griega que está más cerca de España que la Venezuela de Maduro, otro ejemplo de ban­ca­rrota moral y po­lí­tica.

Pero hoy la so­ciedad es­pañola se in­forma y se con­forma desde la te­le­vi­sión, un medio que ha sido ge­ne­roso con Podemos y ellos han sa­bido apro­ve­charlo. Su ca­pa­cidad de agi­ta­ción y pro­pa­ganda ha es­tado a la al­tura in­te­lec­tual del me­dio, aunque re­serven sus me­jores mo­mentos para me­dios más li­te­ra­rios. Dónde habla de sus co­ne­xio­ne­s/­con­fluen­cias con sec­tores se­ce­sio­nis­tas. Una pre­gunta y una res­puesta, ín­te­gras, de una larga en­tre­vista con Pablo Iglesias en el medio di­gital Jot Down. Hay que apre­ciar los ma­ti­ces.

“Quizá no ela­bo­rado de este modo, pero ¿puede ser que parte de vuestro elec­to­rado asocie el pro­yecto in­de­pen­den­tista con las clases me­dia­s-altas en Cataluña?

Eso es otra cosa, pero ahí me da un miedo enorme en­trar porque luego salgo tras­qui­lado. [Risas] Entramos en cues­tiones que son enor­me­mente ciertas pero que no se pueden de­cir. Eso me lo decía Josep Cuní en una en­tre­vista: «Lo fun­da­mental en Cataluña, Pablo, no es lo que puedes de­cir; es lo que no puedes de­cir».

¿Que hay un ele­mento iden­ti­tario que tiene que ver con la clase so­cial en al­gunas zonas de Cataluña y que im­plica un com­por­ta­miento elec­to­ral? Vamos, no me jo­dáis, pues claro que sí. Un chaval me decía que solo ha­cíamos mí­tines en el ex­tra­rra­dio. Pues había un ele­mento que cla­ra­mente ex­pli­caba que eso no es la Cataluña «de ver­dad», porque se pa­rece más a España que la Cataluña que me gusta a mí. Pero de esto no se puede ha­blar.”


Hay cosas que es mejor que no se se­pan.


(*) Periodista


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