viernes, 27 de mayo de 2016

¿España está enferma? / Liu Suria *

“España está enferma y éste es el momento de aprovecharlo”, dijo Donald Trump en junio de 2012, en el peor momento de la crisis económica para España, con la prima de riesgo por los cielos. Hay “muchas y buenas oportunidades para adquirir propiedades en Europa, especialmente en España, donde es el momento de aprovecharse”. “Te están dando las tierras por nada, te lo están dando todo por nada” añadió Trump.

A mi juicio, Trump no andaba muy desencaminado con esta opinión interesada, aunque la mía no es la de un inversor buitre sino la de un ciudadano con conciencia al que “le duele España”, como decía Unamuno.

Hemos pasado de una tradición histórica quijotesca en la que había certezas teológicas absolutas en las que creer, grandes causas idealistas por las que luchar y morir, herejes a los que perseguir y brujas a las que quemar en la hoguera, a una especie de 'nirvana', de extinción de todo el entramado de creencias antiguas, al que podemos definir como “el dulce encanto de la posmodernidad”.

Este 'encanto' está marcado por el materialismo racionalista heredado de las culturas anglosajonas y de la ilustración francesa, pero mal digerido por el conjunto de la ciudadanía, ya que nos hemos saltado muchas estaciones, hemos asimilado mal la modernidad para llegar a este punto de destino.

Nos ha pasado como a los japoneses que han intentado casar la tradición con la modernidad, un matrimonio casi imposible que acabó con el suicidio de Mishima, y al final se ha convertido en un pueblo de 'frikis' de personajes coloreados del “cómic manga” que deambulan por las calles de Tokio sin un objetivo fijo y en busca de no se sabe qué ideales.

Quizás sea una exageración pero pienso que el ciudadano español medio “anda más despistado que un pulpo en un garaje” con esta cultura de la posmodernidad:
  • Queremos imitar el cinismo de los británicos, pero el símbolo de España no es el zorro sino el toro bravo, y nos acaloramos demasiado en los debates.
  • Queremos imitar la codicia de los americanos, pero al final acabamos convertidos en bandoleros de Sierra Morena. Y me refiero a la plaga de corruptos.
  • Tratamos de ser fríos y racionales, pero las vísceras nos traicionan con demasiada frecuencia.
  • Tratamos de ser ilustrados en nuestros discursos, pero los tópicos y el discurso del miedo se repiten demasiado sin argumentos racionales.
Si habla mal de España es que es español. “No hay nadie que odie más a España que los españoles. España es un país enfermo de auto-odio. Y hay partidos que se dedican a mercantilizar ese odio. Hay vendedores de odio en los partidos nacionalistas vascos y catalanes.” Palabras del escritor Félix de Azúa, que añade:

“Se ha dicho que éste es un país cainita por excelencia. Tal vez sí hay dos Españas… Es un país tan conflictivo, tan antipático, tan violento, tan agresivo, y, sobre todo, tan maleducado, ese es su mayor pecado. Los orígenes de todo eso estarían en la convivencia con el islam durante ocho siglos que produjo uno de esos desgarros espirituales enormes.”

¿Adónde quiero llegar con todo esto? A que todavía andamos buscando nuestra identidad colectiva desde la caída del imperio español con el desastre del 98, sin haberla encontrado totalmente. Tratamos de ser europeos del norte pero no funciona del todo, porque España es diferente. Si buscan certezas absolutas, mi recomendación es que lean a San Juan de la Cruz quien nos da lo único a lo podemos agarrarnos: el corazón, el Amor, Dios… Lo demás es una pesadilla.


(*) Periodista

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