Este martes empieza la cuenta atrás definitiva para encauzar la
investidura de un candidato a la Generalitat catalana, después de que el
expresidente Carles Puigdemont se haya convencido de que él no puede
serlo, porque está huido de la Justicia hay orden de detención por
delitos que se investigan de rebelión, sedición y malversación de fondos
públicos. Los mismos delitos de los que es acusado el candidato
propuesto por Puigdemont, su número dos en la Lista JXC Jordi Sánchez,
presidente de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC).
Rechazada la posibilidad de una presencia de Sánchez en el Parlamento
catalán, este Martes se ve en la Sala de Recursos del Supremo el
presentado por Jordi Sánchez en contra de la decisión del juez Llarena
que se niega a ponerle en libertad provisional por la posibilidad de
reiteración delictiva.
La Sala compuesta por los magistrados Alberto
Jorge Barreiro, Francisco Monterde y Miguel Colmenero, es posible que
ratifique la decisión del juez instructor con lo que se cierra la
posibilidad de una investidura de Sánchez y se abre la posibilidad de
presentación de otro candidato que puede ser Jordi Turull, que también
tiene una causa abierta, o Elsa Artadi, libre de toda investigación a
pesar del importante puesto que ocupaba en la Generalitat.
Otra pieza importante de este juego, es el papel que adopte la CUP
que, hasta ahora, se ha negado a votar a Sánchez, y si una negativa a
votar a otro candidato que presente Puigdemont obliga a dos de los
huidos que están refugiados en Bruselas (el propio Puigdemont y Comin)
se ven obligados a dimitir para que el independentismo tenga esa mayoría
que perdería ante una abstención de los diputados de la CUP
(Candidatura de Unidad Popular). Se ignora si en el encuentro que ha
habido este lunes entre Puigdemont y la ex diputada de la Cup, Anna
Gabriel refugiada en Ginebra.
Mientras tanto, el principal periódico de Ginebra La Tribune de Genéve
dedica un importante espacio al fin de semana de Puigdemont en la
ciudad suiza para participar en una mesa redonda sobre la cuestión de la
autodeterminación, organizado por el Festival de Cine Internacional
sobre los Derechos Humanos. Llega el expresidente precedido de polémica,
después de que la Fiscalía española haya pedido el jueves al Gobierno
que estudie una posible extradición.
Desde su exilio belga, el líder
independentista parece estar convirtiéndose en conferenciante
internacional, un día en Lieja, otro en Copenhague, y otro en Ginebra,
para hacer oír la voz del pueblo catalán, “amordazado por Madrid”. Pero a
la vez que intenta cobrar estatura internacional, el expresidente
catalán “se ha vuelto un estorbo cada vez mayor para sus aliados
independentistas de Barcelona”.
Luciendo una bufanda amarilla, “que le da un aire a Tintín en el
Tíbet” Carles Puigdemont, -le describe el periódico suizo-, no puede
contar con nadie para mantener viva la llama de la rebelión y difundir
reiteradamente declaraciones provocadoras respecto del Gobierno español.
Lo ha estudiado todo para volver a ser investido a distancia, incluso
un gobierno por Skype. Pero ha tenido que rendirse a la evidencia. No
solo parece que la fórmula es ilegal, sino que sus aliados
independentistas se niegan a aceptarla.
“Para él no hay marcha atrás posible, solo tiene una estrategia:
resistir y tocar la fibra sensible para movilizar a los partidarios de
la secesión”, dice el politólogo Oriol Bartomeus, profesor de Ciencias
Políticas en la Universidad Autónoma de Barcelona. Pero en la sede de
los partidos independentistas, son muchos los que preferirían poner fin a
las provocaciones y dar un giro pragmático para elegir por fin un
presidente que pueda gobernar.
“Para ellos, Puigdemont se ha convertido
en un problema”, explica el profesor. “Bloquea cualquier negociación y
el objetivo no confeso de sus aliados independentistas es empujarlo
hacia la salida ofreciéndole como premio de consolación el simulacro de
una presidencia simbólica en el exilio”.
(*) Periodista y economista
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