jueves, 1 de noviembre de 2018

Un partido populista agita el panorama político español: Vox

MADRID.- Cuando el político nacionalista Santiago Abascal vio hace unos meses la sala de conferencias de un hotel en Barcelona llena a rebosar por uno de sus mítines, se dio cuenta de que algo había cambiado. 

La sala estaba repleta con más de 2.000 personas. Y en encuentros anteriores apenas habían logrado reunir a unas decenas.
“Cuando vi a toda esa gente en la sala, me di cuenta de que algo estaba pasando”, aseguró el político español (42 años).
Considerado hasta ahora como un rara avis de la política española, Abascal está empezando a agitar el panorama ideológico en un país que ha resistido hasta ahora a los movimientos populistas que cruzan el resto de Europa.
Los sondeos predicen que este partido - de apenas cinco años de vida- puede lograr una pequeña representación en el Parlamento Europeo, con un mensaje en el que piden endurecer la política migratoria y suavizar las normas de pertenencia a la UE al mismo tiempo.
Vox podría incluso conseguir más de un escaño al Parlamento español en las elecciones que previsiblemente se celebrarán a mediados de 2020, convirtiéndose así en el primer partido de ultraderecha en entrar en el Congreso desde que llegó la democracia a España en 1977.
El partido ha eclosionado este año gracias a la tensión política alrededor del intento secesionista de Cataluña, lo que ha reavivado la indignación de algunos sectores contra la división por autonomías con la que se organiza el estado español.
Pero los votantes que apoyaron antes al Partido Popular - el principal partido conservador español- o a los socialistas que se han alternado en el poder durante los últimos cuarenta años, también comienzan a verse seducidos por el mensaje anti-establishment que lanza Abascal y por las duras posiciones en temas como el aborto o la inmigración.
En un mitin en Valencia - al Este de España - a mediados de este mes de octubre, más de 1.000 personas de todas las edades y condiciones llenaron un restaurante para escuchar a Abascal.
Amparo Bergada, una mujer de 70 años pensionista que siempre ha votado por el PP, dice que no duda que votará a Vox en las siguientes elecciones.
“No es inmigración lo que estamos sufriendo es una invasión. Me preocupa el futuro, por mis hijos”, dice esta viuda. “Me preocupan las pensiones de ellos, yo poco más voy a cobrar, ellos lo van a tener peor que nosotros”, lamenta a las puertas del restaurante en el que se va a celebrar el mitin.
Abascal se dio a conocer por ser hijo de un destacado dirigente vasco del Partido Popular, amenazado por la banda terrorista ETA durante décadas.
En parte, el éxito del partido se debe a la imagen de líder fuerte y enérgico que proyecta. Suele vestir con americanas ajustadas, una barba muy cuidada y hasta hace poco iba armado con una pistola.
Vox además se apoya en algunos personajes famosos a nivel local para amplificar su imagen. Entre sus conocidos simpatizantes figuran un torero, un actor cómico, una presentadora de televisión, un secuestrado por ETA o el padre de una adolescente desaparecida hace años, uno de los casos sin resolver más dramáticos que han conmocionado a la sociedad española.
En su apuesta por emular el rápido ascenso de los nuevos partidos políticos españoles (como Podemos y Ciudadanos), Vox intenta apelar a las señas identitarias para extender su mensaje.
En Madrid, docenas de simpatizantes del partido instalan cada fin de semana puestos de información en las calles de algunos barrios seleccionados previamente - tanto de clase muy alta como trabajadora - para intentar convencer a nuevos votantes.
Les explican que Vox quiere romper con el “sistema”, la forma en que los nuevos partidos se refieren a la élite política y financiera; quitar competencias a las autonomías o derogar leyes como la de violencia de género, con la que se protege a las mujeres.
En septiembre pusieron al menos cien puestos de información callejera por todo Madrid y aseguran que así consiguieron que casi 10.000 personas se congregaran en un mitin en el recinto conocido como Vistalegre, en Madrid, para escuchar sus propuestas políticas.
El partido asegura que desde el verano ha conseguido disparar su número de militantes - que pagan cuota - hasta los 13.000.
Aunque esta cifra es muy pequeña comparada con la de los otros partidos políticos, ya es un apoyo real para sus finanzas y les permite comenzar a trabajar en su expansión.
Vox utilizará los fondos para abrir su nueva sede en uno de los barrios más elitistas y céntricos de Madrid, además de contratar a personal, asegura Abascal. También quiere empezar a gastar más en anunciarse en redes sociales.
Los sondeos reflejan que esta estrategia está dando frutos.
Una encuesta de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), predice que Vox podría obtener un apoyo del 1,3 por ciento del electorado, suficiente para ganar un escaño en el Congreso.
Otra encuesta reciente de Metroscopia le da al partido hasta un 5,1 por ciento de apoyo del electorado, lo que se traduce en casi un millón de votos, 20 veces más que lo obtenido en las elecciones generales de 2016.
Sin embargo, la mayoría de los analistas políticos son escépticos con la posibilidad de que Vox se convierta en una fuerza política pujante, porque hasta ahora ha fracasado en su intento de atraer votantes más allá de la clase alta y conservadora.
“Es difícil asimilar a Vox a los partidos de extrema derecha de Europa que han conseguido atraer a votantes, con situaciones económicas complejas, preocupados por su futuro”, asegura José Fernández-Albertos, sociólogo e investigador del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
“Mi sensación ahora es que el mayor impacto de Vox no será tanto cambiar el panorama político o la competición, sino que se den voz a algunos temas que a los partidos les costaba antes tratar”, dice el investigador.
Abascal, que no está de acuerdo en que existan unos “estados unidos de Europa”, pero sí está conforme con mantener a España dentro del euro y con que exista una Unión Europea, está también en contacto con partidos europeos.
Asegura que ha tenido contactos con el Frente Nacional - Francia- y con Alternativa por Alemania, entre otros. También confiesa que le gusta la política de Matteo Salvini, sobre todo en materia de inmigración, pese a que la Liga Norte apoyó la independencia de Cataluña.
También está en contacto con Steve Bannon, que está tratando de agrupar a los partidos de extrema derecha europeos de cara a las elecciones de mayo de 2019. Abascal dice que Vox no se convertirá en un satélite del movimiento del asesor de campaña de Donald Trump.
“No somos el satélite de nadie ni respondemos a ninguna instancia internacional solo respondemos a los intereses de España”, afirma Abascal. 
Vox no quiere ser una bisagra, queremos determinar la elección del próximo gobierno”, concluye.

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