El famoso periodista norteamericano Bob Woodward, anda de promoción
de su último best-seller, “Traición, Trump en la Casa Blanca” que está
llegando a las librerías españolas en castellano. Por eso concede
entrevistas y explica su propuesta para el periodismo político en estos
tiempos turbulentos y líquidos.
Sobre la relación con el presidente
Trump que es una de las asignaturas tormentosas del momento Woodward
sugiere: “ignóralo, haz tu trabajo, averigua lo que está pasando” y
añade si yo fuera director de un medio y tuviera 100 reporteros
dedicaría 25 a las declaraciones, los tuits, el lenguaje del presidente y
75 a contar lo que está sucediendo, a conseguir las notas, los
documentos…”
En resumen que daría la espalda al periodismo declarativo
para enfatizar la investigación, los hechos más que las palabras; lo que
los dirigentes hacen más que lo que dicen.
La forma de hacer política en estos tiempos está distanciando las
palabras de los hechos, una cosa es lo que dicen y otra lo que hacen.
Pedro Sánchez dice que ha roto su relación con Pablo Casado, pero en
esos mismos días ambos partidos, con la bendición y el asentimiento de
sus jefes, pactan la composición del CGPJ porque no tienen otra opción
para componer la mayoría de 3/5 en las cámaras que requiere la
legislación vigente. La aritmética se convierte exigencia
incuestionable.
De lo que el gobierno dice o anuncia o propone a lo que hace hay
distancias sustanciales, aunque la sensación en la opinión pública deja
más impacto lo primero que lo segundo. Y en las declaraciones abundan
las palabras gruesas, los brochazos, las afirmaciones con poco
fundamento que luego se traducen en poco.
Han hecho mucho ruido con el impuesto de sociedades, con su baja
eficacia recaudatoria; pero cuando llegan datos actualizados resulta que
no es para tanto y que las medidas efectivas adoptadas distan mucho de
las propuestas. Simplemente la consideración de la base imponible en vez
de la contable a la hora de calcular el impuesto (que es lo lógico)
desnaturaliza todo el discurso previo.
Algo semejante va a ocurrir con la tormenta hipotecaria; el cambio
del sujeto tributario (prestatario y prestamista) no cambia nada el
coste del crédito y por tanto su precio; puede que este se reparta de
otra manera en plazos o conceptos pero no hay más cera que la que arde.
Una sentencia que tenía más aspectos doctrinales y técnicos que
prácticos (establecer quién es el sujeto tributario ante una legislación
con alguna ambigüedad que llevaba aplicándose más de veinte años)
provocó la expectativa de recuperar unos miles de euros a millones de
familias. Las posibilidades de que esa expectativa se materializara eran
muy escasas, pero se aventaron las expectativas con juicios temerarios
de políticos oportunistas que se apuntan a todos los tumultos.
Si de los contenidos políticos de los medios diferenciáramos en rojo y
azul las palabras de los hechos, estarían muy manchados de rojo con el
agravante de que luego no cambian a azul.
La propuesta de Woodward es
sugestiva, ayudaría a conocer y entender la realidad y evitaría falsas
expectativas y muchas tonterías.
(*) Periodista y politólogo
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