MADRID.- La Sociedad Española de Sueño (SES) ha
aconsejado, "en base a la evidencia científica existente", que este
sábado se produzca el último cambio horario para retrasar una hora los
relojes, y que, a partir del mismo, se mantenga de forma permanente el
horario de invierno (GMT+1).
En
la madrugada de este sábado al domingo tendrá lugar el cambio de hora
habitual del otoño. Esa noche los relojes deberán atrasarse una hora, lo
que implicará que amanecerá y anochecerá más pronto a partir de ese
día. Así, a las tres serán las dos.
Aunque
a lo largo de estos últimos meses se ha hablado mucho de la situación y
de posibles cambios en el futuro, ha llegado un año más el día en el
que todos los españoles deben cambiar las agujas del reloj y adaptarse
al horario invernal durante sies meses.
Es
posible, en cualquier caso, que este sea unos de los últimos cambios de
hora, ya que la Comisión Europea ha propuesto que en 2019 se deje de
lado este hábito con el objetivo de paliar los efectos negativos que
tiene para la salud, que han sido alertados por diversos estudios. Al
eliminar el cambio de hora, habría que elegir entre tener todo el año el
horario de invierno o el de verano.
En
este debate, la SES lo tiene claro: "El horario de invierno promueve un
ritmo biológico más estable que el del verano, algo que contribuye a
mejorar el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir la aparición de
diversas enfermedades como las cardiovasculares, obesidad, insomnio y
depresión".
Y es que este
cambio, aunque aparentemente se trata solo de ajustar el reloj 60
minutos, puede influir negativamente en el bienestar de las personas,
alertan desde la SES. Por tanto, el horario de invierno sería el "más
beneficioso para la población, especialmente para los grupos más
sensibles a los cambios de horario y a padecer trastornos del sueño y de
la salud, como son los niños y las personas de edad avanzada".
Según
estudios recientes elaborados en la Universidad de Murcia, el horario
de invierno en España es el que permite una mayor sincronía entre la
salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar; y el que
propicia tener una mayor exposición a la luz solar durante esa jornada.
Así, facilita tener más horas de sueño y un despertar más natural, que
coincide con el amanecer.
En
contraposición, si el horario establecido de forma permanente fuese el
de verano (GMT+2), explican en el posicionamiento, en algunas ciudades
españolas el amanecer no se produciría antes de las 9.30 horas durante
el invierno, mientras que en verano el anochecer no llegaría hasta las
22.00 horas.
Según la SES, esta
desincronización entre la luz y la hora, que ya se produce en los meses
de verano, provoca que las personas tengan tendencia a acostarse más
tarde por la noche y a despertarse más tarde por la mañana. "Un
desajuste que provoca que se tienda a dormir menos tiempo los días
laborables y a dormir más los festivos, en una situación que puede
favorecer un bajo rendimiento laboral y escolar y, de forma crónica,
facilitar la aparición de enfermedades asociadas a la falta y a la mala
calidad del sueño", aseguran.
Para
facilitar la adaptación al nuevo horario, la Asociación para el
Autocuidado de la Salud (ANEFP) recomienda establecer una rutina de
sueño, manteniendo unos horarios regulares. Esto implica acostarse y
despertarte en torno a la misma hora, por lo que hay que evitar las
siestas al menos que el organismo ya se haya habituado al nuevo horario.
En
cuanto a la nutrición durante estos días de adaptación al nuevo
panorama solar, aconsejan evitar las cenas pesadas y disminuir el
consumo de cafeína y otros excitantes. "No son buenos aliados para
adaptarte al nuevo horario", apostillan. Igualmente, consideran que es
perjudicial el ejercicio físico incluso "varias horas" antes de dormir,
así como las luces brillantes de móviles o portátiles en los momentos
anteriores a entrar en la cama.
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