lunes, 17 de septiembre de 2018

La deuda empieza a ser un serio problema / Primo González *

Esta semana, el Tesoro lanza varias emisiones de Deuda Pública al mercado, una parte este martes, otra el jueves. La  primera se traducirá en la emisión de Letras a corto plazo y la segunda en diversas colocaciones a plazos medios y largos. La primera todavía se beneficiará de los tipos de interés negativos mientras las emisiones a tres años o más están mostrando en las últimas emisiones una cierta tendencia alcista. De hecho, las Obligaciones a 10 años en el mercado secundario se están colocando ya en torno al  1,50% o ligeramente por encima, como posiblemente suceda este jueves en el mercado primario o de emisiones.

La posición de endeudamiento del Estado  no es precisamente confortable en la medida en que ronda o supera el 100% del PIB cuando en el inicio de la crisis  la deuda del sector público representaba menos del 40% del PIB. Estamos ahora en una posición bastante  menos cómoda que hace  diez años y con  la lamentable experiencia de haber dejado transcurrir tres años con la economía en expansión, con avances del 3% del   PIB anual o superiores y sin que ello haya sido aprovechado para recortar  en alguna medida el alto grado de endeudamiento público.

Si en una etapa de crecimiento sólido como la que estamos atravesando todavía (aunque en trance de debilitarse, quizás a corto plazo) y con tipos de interés  sumamente bajos, algunos de ellos incluso negativos,  el  país no consigue domesticar la deuda, el riesgo futuro es bastante  inquietante ya que los costes financieros de la deuda y un menor grado de disponibilidad de recursos debido al menor crecimiento del PIB pueden ocasionar una espiral  de muy difícil gestión, con aumentos adicionales de deuda y crecientes dificultades para afrontar los compromisos del gasto público.

Este es el horizonte al que por desgracia se enfrenta el país en el corto y medio plazo.  Las especulaciones que  circulan estos días en medios económicos señalan que  la economía se está debilitando por diversos motivos, buena parte de ellos llegados del exterior, como la subida de los precios energéticos, los riesgos ya  más que latentes de guerra comercial, la menor actividad económica en la zona euro y, para dentro de unos meses, el  seguro desmontaje de la política monetaria fuertemente expansiva que el BCE ha estado desarrollando durante estos últimos años y que a partir de la mitad del año 2019 quizás se traduzca en las primeras subidas de tipos de interés, a imitación de lo que ya está  haciendo desde hace varios meses la Reserva Federal de Estados Unidos. Todos estos factores van a dificultar la continuidad del crecimiento económico español en el inmediato futuro.

Ante  tal estado de cosas, la política económica que desarrolle el Gobierno español no debería ir orientada a una expansión del gasto y de la fiscalidad, como ya se hizo en etapas anteriores, con  el impacto ya conocido. Lo que pide ahora el manejo de la economía es  estímulo más que  endurecimiento fiscal y, en paralelo, gasto público controlado y a ser posible orientado  hacia una mejora de la competitividad de la economía que permita contrarrestar las señales de debilidad que empiezan a ser cada vez más inquietantes.


(*) Periodista y economista


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