Los electores decidirán el día 26 una geometría nueva para el
Congreso de los diputados en virtud de la cual habrá que formar
gobierno, ejercicio nada fácil como ya sabemos, y también determinar
quién se hace cargo de la oposición, lo cual también tiene su
importancia. Al jefe de la oposición se le otorgan determinadas
preferencias en el protocolo del Estado y en los usos y costumbres
parlamentarias y políticas.
¿Quién será el jefe de la oposición?, sin duda que el que se quede
fuera del Gobierno ¿con más votos o con más escaños? Nada hay escrito
sobre la materia de manera que podemos tener un primer punto de
conflicto como en la fallida XXI legislatura lo fue la ubicación de los
grupos en el hemiciclo. Sentarse en la cabecera de la primera fila (la
cero corresponde al Gobierno) al lado contrario al del Presidente del
Gobierno tiene su rango y socialistas y “podemitas” aspiran a ese
sub-óptimo, a falta de ganar las elecciones, un trofeo que no parece que
esté a su alcance en este momento.
Ese es el premio menor de estas elecciones, que puede ser
determinante para las siguientes que pueden estar más cerca de lo
preceptivo ya que la XII puede ser también una legislatura corta, no
tanto como la XI, pero desde luego más breve que todas las anteriores.
El premio gordo es formar gobierno y encabezarlo. Lo que las
encuestas, todas las encuestas, apuntan es que Rajoy no podrá
escaquearse de la gestión de encabezar gobierno, incluso aunque sus
votos y los del partido más cercano (pero poco afín) Ciudadanos no sume
los suficiente. El PP y Rajoy esperan mejorar en porcentaje de voto,
sobre todo si crece la abstención, pero no es tan probable que
incrementen significativamente el número de escaños. Con cuatro
competidores, uno de ellos resultado de sumar al quinto en votos, la
asignación de los últimos escaños en cada circunscripción (no olviden
que en realidad son 52 elecciones parciales) es bastante aleatoria y un
primer análisis de los resultados no resulta del todo favorable al PP,
más votos puede no significar más escaños.
Si los escaños de PP y Ciudadanos suma mayoría no tendrán otra
alternativa que formar gobierno con bastantes condiciones para iniciar
una singular aventura de coalición que España no ha conocido durante la
actual etapa constitucional. Y si están muy cerca tendrán que asumir
riesgo y sumar alguno de los grupos residuales o pedir la ayuda de los
socialistas con una abstención muy condicional.
Los socialistas saben que no pueden gobernar con “Podemos y varios”,
porque no está en la naturaleza de las cosas. Otra cuestión es si eso lo
va a decidir Pedro Sánchez o quién venga a sucederle tras el siguiente
naufragio. Las aspiraciones de “Podemos y varios” no pueden ir más allá
de obtener el sub-óptimo de encabezar la oposición y esperar posteriores
trasvases de socialistas decepcionados para engordar su grupo y aspirar
a la siguiente cita.
A la vista de las encuestas Rajoy tiene ahora más posibilidades de
seguir gobernando que hace seis meses, pero no para hacerlo como hasta
ahora, tendrá que esforzarse, desgastarse, pedir, suplicar, pactar… en
resumen, un trabajo al que no está acostumbrado. Vienen tiempos
distintos para todos, tiempos duros, de mucha dedicación e intensidad,
tiempos inciertos e ingratos.
(*) Periodista
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