A estas alturas tiene ya poco sentido
determinar cuál de las dos fuerzas de izquierda, PSOE o Podemos, es
culpable de que no haya habido gobierno de coalición de cambio y
progreso y sí elecciones; cuál de las dos es responsable de que estemos
aguantando cuatro meses más a esta banda de ladrones y sinvergüenzas
esquilmando el país, mientras el Sobresueldos sigue mintiendo como un
bellaco esta vez por carta. Traigo al post como ilustración la
inenarrable historia -una más de esta cuadrilla- del jefe de las
Loterías del Estado, un enchufado de Montoro, que se pulió un millón de
euros de dinero público en viajes en año y medio.
Nada de casos
aislados; es una asociación de delincuentes con el objetivo de pillar
todo el dinero ajeno que puedan para su provecho personal y el de eso
que llaman "partido", a quien el juez da diez días para depositar una
fianza de 1.200.000 euros por posible responsabilidad civil en los
latrocinios de ese mismo partido. 1.200.000 euros que también pagaremos
los contribuyentes porque el negocio de estos truhanes es redondo: roban
lo que pueden y, cuando los pillan, los gastos de defensa, fianza y
costas también los pagamos los robados.
Insisto,
no tiene ya sentido averiguar cual de las dos fuerzas fue culpable de
que no hubiera gobierno de coalición. Cada uno de nosotras tenemos
nuestra opinión. Pero es mejor no airearla porque no hay modo de llegar a
una idea compartida y vamos a seguir perdiendo el tiempo: que si fuiste
tú: no, que fuiste tú; ni hablar, tú fuiste, etc, etc. Y, mientras
tanto, los peperos a seguir esquilmando el país, beneficiando a sus
cómplices, repartiéndose prebendas. Y muy interesados en que la
izquierda siga enzarzada en amargas pendencias. Por eso sugiero a las
dos formaciones de la izquierda, PSOE y Unidos Podemos que hagan a un
lado sus rencillas y querellas y lleguen a un acuerdo que podemos llamar
juicio salomónico, aunque sea con efecto contrario porque no pretende
dividir una criatura sino, al contrario, unir a dos.
El
país se encuentra en estado crítico, en situación de emergencia, al
borde de la quiebra y de desintegración territorial gracias a la
pavorosa ineptitud del hombre que lo desgobierna hace cuatro años con el
auxilio de una presunta organización de mafiosos. Gente sin escrúpulos
que lleva años, decenios, escenificando situaciones de verdadero
bandidaje, de auténtica rapiña de los caudales públicos con los más
diversos motivos, la visita del Papa, las recalificaciones, las
competiciones deportivas, todo servía para robar a espuertas.
Una
organización criminal subdividida en núcleos de auténticos granujas,
como la Gürtel o la Púnica, sin olvidar, por supuesto, los EREs de
Andalucía. Aquí se encuentra, quizá, una de las razones por las cuales
la oposición no ha sido capaz de decir esta boca es mía mientras el
gobierno pepero ha permitido y amparado este desbarajuste de ladrones:
porque, aunque en medida menor y limitada territorialmente está asimismi
muy podrida por la corrupción. El hecho es que si toda esta tropa de
mangantes devolviera lo apandado, seguramente no harían falta recortes.
Por
eso aquí ya no se puede perder más el tiempo con devaneos de mitómanos y
narcisistas ni mostrar flaquezas. Los dos polos de la izquierda deben
confluir para ganar las elecciones. Si no son capaces de unirse antes
con un programa común, por lo menos que anuncien que, pasadas las
elecciones, las gane quien las gane, se comprometen a formar gobierno
conjunto para el cambio. Que la gente lo sepa. Que la gente sepa que,
votando a una u otra de las dos fuerzas políticas, estará votando por un
gobierno de izquierda. Esto hará bajar mucho la abstención, movilizará a
los respectivos electorados y resolverá muchas dudas de votos
indecisos.
Por descontado, ese compromiso firme, claro, público tiene
que ir acompañado de un cese total de las hostilidades entre las dos
fuerzas de izquierda: nada de insultos directos o indirectos, nada de
infundios, propaganda, insinuaciones y mala baba, nada de ataques
personales. Todas la baterías críticas han de enfilar la fortaleza de
PP. Careciendo este de toda ideología y programa digno de tal nombre que
no sea el de llenarse los bolsillos sus militantes con el dinero de
todos los españoles no es difícil exponer su verdadera naturaleza a los
ojos de todos.
Así,
la gente debe saber que no está indefensa frente a la banda de
ladrones. Porque, una vez más, no se trata de saqueos aislados sino que
es política de Estado: arrebatar a la gente sus pertenencias para
entregárselas a los amigos, los enchufados, los clientes a través de eso
que llaman privatizaciones y que es solamente una rebatiña de lo
público entre coyotes.
Las
dos izquierdas tienen una obligación moral de unirse para no dejar
escapar la ocasión y conseguir acabar con esta plaga de ladrones y
corruptos. Si no lo hacen, no merecerán nuestro voto; al menos, el mío,
no.
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