Hay que
tener mucha desvergüenza para ir poniendo estándares de ética y
moralidad al resto de la clase política cuando uno tiene en el armario
un muerto del tamaño del que guardaba Pedro Sánchez. Y, además, lo
atesoraba con desfachatez. Porque era evidente desde el primer día que
su tesis era tóxica. Nadie hace una tesis doctoral, con el inmenso
esfuerzo que eso representa, y luego la oculta o hace casi imposible el
acceso a ella.
Porque esto no es un trabajo de un máster, que se puede
haber aprobado por la mínima y cuyo contenido no tiene mayor
trascendencia. Esta es la tesis con la que se ha conseguido el grado
máximo que puede otorgar una Universidad, el de doctor. No hay nada por
encima de eso. Y lo obtuvo con la calificación de sobresaliente cum
laude. El no va más. Pero no querían enseñarla.
Algunos teníamos
claro desde hace meses, cuando Javier Chicote ya estaba estudiando el
texto, que aquí había dinamita. Yo publicaba un artículo el mes pasado
(“El acoso a Pablo Casado”, ABC, 08-08-2018) en el que advertía que
“sorprende también el silencio que sigue guardando la Universidad en la
que el presidente del Gobierno cursó su máster secreto. Que no es una
universidad pública, sino una privada que en los días en que él obtuvo
su título (secreto) no era lo que se llamaría un centro académico de
excelencia”.
Ese mismo día está fechada una carta de una lectora que me
encontré sobre mi mesa al volver a Madrid el 20 de agosto pasado. Era
una cuartilla color marfil, timbrada con el nombre de la autora y
sospecho que su profesión. Pero sólo el nombre propio, Mª de los
Ángeles, había sido dejado visible.
El resto estaba tachado con el
bolígrafo con el que se redactaba la misiva. No quise referirme a esta
carta entonces porque no dejaba de ser un anónimo, pero hoy, a la vista
de lo que hemos publicado en ABC, creo que su contenido tiene sentido.
Su texto íntegro, es el que sigue:
“Un saludo, mi admirado don
Ramón. Ante todo, le pido perdón por el semi anónimo, pero entienda que
no quiera ser vinculada a la UCJC. Sin embargo, tras leer su artículo de
hoy, no puedo por menos que hacer lo que ya tenía pensado y escribirle
sobre el buen Pedrito.
Que
hizo una tesis de corta y pega. Investigue sobre el Rector Sr. Cortés
Elvira, que lo apañó. Sobre el vicerrector Enrique Fernández, que lo
silenció. Por qué se ocultó al claustro y a las autoridades académicas.
Por qué alguno de esta última no quiso renovarle el contrato por más clases que daba…
Por eso le ruego perdone mi indelicado casi-anónimo. Queda gente que se podría ver perjudicada.
Y, por favor, siga escribiendo con su valentía de siempre.
Un saludo muy afectuoso,”
La
firma es ilegible y por lo tanto es un anónimo. Pero habrá que
reconocer que este texto, hoy, tiene un gran valor. Porque lo que nos
indica es que desde el primer minuto, los compañeros de Sánchez en la
Universidad Camilo José Cela sabían lo que había. Pero el miedo a perder
sus puestos de trabajo les hizo guardar silencio.
Pobre Camilo. Vaya forma de mancillar su nombre.
(*) Periodista
https://www.abc.es/opinion/abci-silencio-miedo-universidad-201809131140_noticia.html
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