miércoles, 12 de septiembre de 2018

Transformación digital / Ángel Tomás *

Para que la economía de un país se adapte a los cambios continuados a que se ve afectada por los agentes internos, externos, innovadores, incluso socio-políticos nacionales o globales, es imprescindible profundizar y comprender las motivaciones que impulsan a los empresarios en sus emprendimientos, y las estructuras y funcionamiento de las empresas, sean de investigación, industria, distribución o servicios. 
 
No es un pensamiento nuevo, el gran maestro Alfred Marshall sentía la necesidad de estudiar y comprender la dinámica imprescindible de las empresas para el crecimiento económico y social, así como los motivos que impulsaban a los empresarios al emprendimiento y la innovación. Esta inquietud quedó escrita para la posteridad en su obra “Industry and Trade”.

La profunda crisis mundial, que hizo su aparición en el último trimestre del 2007, y que transcurrida más de una década, si bien se superó la recesión y se inició el crecimiento, en España, aún no se han superado el alto desempleo ni el preocupante déficit del sector público, necesitado, este último, de urgente estudio analítico, de medidas correctoras, y de controles rígidos y de aplicación continuada. 
 
Es necesario terminar el saneamiento del sistema financiero, suprimir las inversiones en obras faraónicas de imposible amortización y de nula o escasa rentabilidad, e invertir una “transformación” que genere crecimiento en nuestro PIB y en la Renta de las Personas Físicas (RPF).

Para ello, es necesario impulsar y potenciar la transformación digital en todo el sector empresarial, obligado por el gran avance imparable de la electrónica, la robótica y la digitalización. No debe confundirse digitalización con transformación. La digitalización es el sistema o medio que se utiliza en un proyecto de reestructuración o innovación integral aplicando nuevas tecnologías a la actividad. 
 
La transformación es el cambio hacia una nueva cultura de la empresa, mediante otras formas de dirección, gestión y trabajo; por tanto, la “transformación digital” tendrá como fin la renovación de la estructura interna y de la cultura profesional de todo el organigrama humano, imprescindibles para la creación de unos flujos de caja y valores crecientes.

La transformación requiere para alcanzar el éxito cubrir los siguientes aspectos claves: 1.- Una Alta Dirección con visión y nuevos objetivos capaces de alcanzar el liderazgo. 2.- Posibilidad financiera para transformar la estructura interna en producción, comercialización y servicios. 3.- Dotar a todo el equipo humano de trabajo de la necesaria cultura digital alineada con las exigencias del negocio, y 4.- Cambiar a nuevos sistemas de comercializar, acercándose al cliente y colaborando a su éxito.

La alta dirección para establecer una nueva y total estrategia, ha de convencerse de su necesidad e implantarla de forma continuada y progresiva, debe reunir una cultura empresarial teórica y práctica de muy alto nivel, un amplio conocimiento de los cambios que en los mercados nacionales e internacionales se están implantando, una imaginación creativa diferenciada, y unas dotes de mando capaces de cubrir y abarcar los objetivos organizativos, normativos, procedimentales y formativos. Si estás aptitudes personales no se poseen, el cambio del responsable o responsables del liderazgo se impone.

Si se dispone de todos los aspectos básicos para conseguir una transformación digital necesaria, como son: un liderazgo adecuado, una agenda digital acoplada a las necesidades de la actividad, y una plantilla con la suficiente cultura digital especializada para cada una de las divisiones del organigrama renovado de la empresa, estamos en disposición de acometer el “cambio”, transformando la infraestructura y servicios IT, involucrando al equipo humano, e implantando las aplicaciones digitales por círculos, sin olvidar la adaptación de los sistemas de seguridad. Solo así habremos conseguido salvar el empleo y generar un cambio sostenido.

Junto a lo expuesto, como imprescindible para la supervivencia frente al cambio imparable al que estamos asistiendo, y siendo el sector empresarial el principal componente y fuente de riqueza de la estructura económica nacional y global, han de acometerse otros objetivos externos de soporte y ayuda al emprendimiento. Contemplemos dos de ellos:

Los avances de las grandes potencias en casi todos los mercados internacionales, después de explorar las mejores oportunidades de negocios, entre los que destaca la agresividad de China, segunda economía mundial, aconsejan consolidar las alianzas existentes (como el estado avanzado de negociación del Tratado Internacional de Libre Comercio de América del Norte, entre EEUU y Canadá -TLCAN- al que se unirá Méjico), y estimular la internacionalización empresarial y su adhesión a los distintos convenios internacionales, que permitan eliminar las tarifas fronterizas y el acceso a esos mercados, sin olvidar las necesarias inversiones en infraestructuras. 
 
A España le interesa también explorar oportunidades de negocios en los países en prosperidad, como son América Latina, Oriente Medio y determinadas naciones africanas, mediante alianzas y uniones conjuntas, aprovechando el aumento de capacidad de consumo de las mismas. Otro ejemplo de un mercado abierto a las importaciones de productos agrícolas y alimentación es China, que por su escasez de agua y la elevación del poder adquisitivo de su clase media, se ha incrementado el consumo y necesita adquirirlos en el exterior.

El plagio, las falsificaciones y las imitaciones deben ser calificadas como “Apropiaciones Indebidas” en los Códigos Penales por fabricar, distribuir, exportar o importar, productos pirateados. El plagio es una apropiación de la inteligencia creativa, del ingenio y de la innovación. Es sencilla y llanamente un robo de los carentes de capacidad inventiva a los que la poseen, sirviéndose de ellos para conseguir grandes beneficios de forma rápida.

Esta intolerable actividad se estima alcanza el 3% (390.000 millones de €) del comercio mundial, aunque en la Europa Comunitaria (EC) las importaciones fraudulentas ya superan el 7% ante la pasividad de los gobiernos. Una actividad fraudulenta que produce grandes bolsas de dinero negro y fraude fiscal (las grandes empresas de internet pagan el 9,5% de impuesto de sociedades, mientras las tradicionales el 23,2%), utilizando el nuevo sistema de “venta electrónica”, mediante paquetería a domicilio, alcanzando más del 35% del volumen total del moderno modelo de servicio al consumidor.

La protección de la propiedad intelectual necesita eliminar la pasividad de los Estados, concienciar a la sociedad del delito y el riesgo de daños, e incluir también en la penalización la adquisición de plagios e imitaciones.
 
 
(*) Economista y empresario

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