Nadie en España, ni en el seno del PP, entiende la decisión de
Mariano Rajoy de colocar al exministro José Manuel Soria en el Banco
Mundial. Y en secreto y de espaldas a C’s en el proceso de investidura,
en plena crisis institucional del país, con un procedimiento plagado de
mentiras y arbitrariedades desvergonzadas y cuando los abusos del poder y
la corrupción tienen rodeado al Partido Popular como pronto se verá en
la apertura de los juicios de corrupción que se inician en las próximas
semanas, con Rodrigo Rato convertido en la estrella del banquillo.
Rajoy ha perdido la cabeza. Y con él su vicepresidenta Santamaría, su
ministro De Guindos (que debe dimitir), su secretaria general Cospedal y
todos los que le acompañan en el Gobierno y la cúpula del PP, partido
donde ha comenzado una rebelión interna de los barones. Y donde el caso
de Soria marca un nuevo ciclo que hace tiempo que debió haber iniciado
el propio Rajoy dando paso a otra generación y dirigentes ajenos. Y otro
gallo les hubiera cantado en la elecciones del 26-J y en la investidura
si el PP presenta en esas elecciones a otro candidato que hubiera
tenido capacidad de pacto con el PSOE.
Pero Rajoy es como es, ‘independiente y previsible’, dice de sí
mismo. Pero esta vez se equivocó. Y ¿acaso ni en Moncloa ni en Génova 13
se sopesaron las consecuencias y la incidencia del desafío y del
‘escándalo Soria’ (quien nunca debió pedir el Banco Mundial), que ha
acabado con la retirada del empresario opaco de los paraísos de Jersey y
Panamá?
La soberbia y las maneras autocráticas de Rajoy son harto conocidas
pero nunca imaginamos que iba a cometer semejante error, que pone punto
final a su presidencia en el Gobierno de España, porque nunca será
investido presidente ni contará con los votos de C’s ni de nadie más
para ello. Y porque en el caso de terceras elecciones el PP tendrá que
presentar otro candidato si no quiere estrellarse en esa campaña
electoral que se va a desarrollar en plena eclosión judicial de buena
parte de los escándalos de la corrupción del PP en el tiempo de Rajoy.
El presidente en funciones y presidente del PP ha agotado su crédito y
su carrera política y solo le queda a Rajoy ordenar bien su sucesión. Y
si aún le quedan reflejos su relevo deberá hacerlo cuando antes mejor,
incluso ofreciendo un nuevo candidato el PP a la investidura que corte
por lo sano –si es que hay algo sano- con la etapa y responsabilidades
políticas del tiempo pasado e inmediato de Rajoy.
Y no solo por la oleada de indignación nacional que se ha levantado
contra él y contra el PP de manera justificada, sino porque dentro de su
partido dirigentes como Cifuentes, Moreno, Monago, Herrera, Feijóo,
etcétera ya han levantado la voz y a partir de ahora volverán a hablar
con más soltura y contundencia. Sobre todo si Rajoy pretende, llegado el
caso, nombrar su sucesor al margen del partido y que su heredero sea
más de lo mismo, como lo serían Santamaría o Cospedal, para que le
guarden a él las espaldas.
Ironías del destino, Rajoy ha querido hacer un bonito regalo a su
amigo Soria por encima de carros y carretas, y al final el regalo se ha
roto y es Soria, un zombi escapado, quien se lleva a Rajoy a su tumba
porque este escándalo se ha convertido en la gota que derrama el vaso de
la paciencia de los ciudadanos en general y de su partido en
particular.
En realidad, lo de colocar a Soria en el Banco Mundial está en línea
con el nombramiento de Rato en Bankia, los SMS de Rajoy a Bárcenas, la
embajada de Wert en París y la ubicación de Barberá en la diputación
permanente del Senado, por citar unos ejemplos recientes. Pero esta vez
con la indignación nacional a flor de piel y mientras solicitaba un
esfuerzo de patriotismo a sus adversarios y prometía regeneración a C’s,
Rajoy ha disparatado. Ha perdido la cabeza (el ‘oremus’), la seriedad y
el sentido común de los que suele hablar Rajoy como si fueran parte de
su acervo particular.
Insistimos pero ¿cómo ha podido y se ha atrevido Rajoy a desafiar a
toda España implicando en el disparate Soria a su propio partido? No hay
explicación posible ni racional. A lo más, cabe imaginar que cuando vio
fracasada su investidura e iniciaba su camino de retirada Rajoy se
pensó que todo le daba igual y que lo de colocar a su amigo Soria en el
Banco Mundial apenas tendría trascendencia. Y se equivocó y lo que es
peor se han pasado cuatro días mintiendo sin parar y puede que ahora
piensen que la renuncia de Soria los devuelve a la normalidad y si eso
es así Rajoy se volverá a equivocar.
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