lunes, 23 de mayo de 2016

China proyecta su gran cambio / Ángel Tomás *

La economía china de extraordinario crecimiento continuado en las últimas décadas, se ha basado en tres pilares básicos: 

1.- la creciente industria manufacturera de consumo en la que ha  alcanzado el liderazgo mundial, 
2.- la actividad vertiginosa del sector inmobiliario y 
3.- el fuerte impulso de sus exportaciones, apoyado en una financiación estatal abundante, que ha situado el saldo de su balanza exterior con amplio superávit y una acumulación de la reserva de divisas.

Sin embargo, el estallido de la crisis mundial iniciada en el último trimestre del 2007, aun sin terminar de superar, trajo como consecuencia la caída generalizada del consumo exterior con influencia directa sobre las exportaciones de la segunda economía mundial, que han bajado másdel treinta por ciento con repercusión directa sobre las empresas manufactureras.

Su original burbuja inmobiliaria es también uno de los grandes peligros para su economía real, y decimos original, porque a diferencia de la de otros países, la construcción fue extensiva, tanto en las grandes ciudades como Pekín, Shenzhen, Shanghái o Guangzhou, adonde se dirigieron y se dirigen los compradores porque encuentran trabajo y en consecuencia está presente la especulación, y el resto de ciudades que pudiéramos llamar de segunda y tercera categoría, en las que también se han construido en exceso viviendas terminadas y aún por terminar, en la actualidad vacías. 

El control de la ubicación constructiva, en un claro error, no ha existido, lo cual pesa en la actual coyuntura más de lo esperado. Pese al progreso continuado de la economía china la situación inmobiliaria puede influir incluso en la estabilidad social. No olvidemos que este sector supone el 18% del PIB nacional que, aunque sigue creciendo en las grandes urbes, sufre una gran recesión en las de segunda categoría. Ambos extremos piden una reconversión altamente controlada e intervenida por el Estado.

La fragilidad del modelo económico actual, a pesar de las abundantes reservas que alcanzan los 4 billones de dólares, se aplican principalmente al mantenimiento del cambio adecuado del yuan, al apoyo de las exportaciones, al considerable endeudamiento empresarial forzado por aquellas, y a la alta inversión financiera y del gasto público. Un cambio en la estructura económica se hace imprescindible para acelerar el crecimiento y contener el paro.

Consciente el Gobierno chino de la crisis generalizada inicia las primeras acciones en el exterior, comenzando por la internacionalización de una red de comercios al detall para sus propios manufacturados con dos fines, ayudar a las exportaciones y a la creación de nuevos puestos de trabajo ocupados por nativos para aliviar el paro. 

China es un país que desea la unidad internacional, la armonización, la paz y la promoción del beneficio compartido; con este ideario ha de estimular su crecimiento para el bien propio y el de los países colaboradores, único camino para su consolidación en el exterior y reforzar el crecimiento mediante protección financiera y la regulación de un control orgánico. 

Con independencia y paralelamente promueve la creación de un Nuevo Banco de Desarrollo, iniciado en Brasil en donde se reunió con los altos dignatarios de Rusia, Brasil, India y Sudáfrica, constituyendo el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), bautizando con el nombre de BRICS la unión de los cinco miembros cuya suma de sus economías supera el cincuenta por ciento del crecimiento global generado, aunque para su éxito será indispensable superar los condicionantes internos con los que nace el ente. 

Un nuevo agravante posterior a sumar a la caída del consumo global, ha sido la ralentización de los mercados emergentes y la caída de los precios del petróleo.

Los economistas chinos estudian paralelamente un cambio estructural industrial, impulsando la creación de "la industria pesada". Es de esperar que la manufacturera de alto consumo, uno de los pilares básicos de su éxito, siga apoyada y consolidada con independencia de la fabricación pesada, que por otro lado necesitará grandes inversiones, una planificación mirando al mercado exterior y tiempo para desarrollarla. Y es de esperar también que un cambio industrial tan profundo no olvide consolidar el actual tejido productor ya introducido en casi todos los mercados, cuya vitalidad será indispensable al cambio de la orientación de la producción, necesitada de un profundo estudio de marketing competitivo, una gran inversión y una planificación eficaz, innovadora y diferenciada.

Xi Jinping vuelve al sueño dorado de China: abrir las vías necesarias para llevar a cabo los intercambios comerciales para la exportación de su producción y la importación de primeras materias de las que en gran parte carece. Estas rutas unirían a su país, no solo a los de su continente, sino a los de Europa y África. Para ello, proyectaría y ejecutaría el desarrollo terrestre de tres rutas: el ferrocarril de alta velocidad, una adecuada red de autopistas, y unas vías marítimas de conexión intercontinental a través de Oriente Medio, que proporcionarían la salidade toda su producción destinada al exterior, tanto de maquinaria pesada como manufacturera. 

Los economistas chinos no incluyen el transporte aéreo ya que cuenta con las inversiones y el equipamiento necesario o fácil de mejorar.

Este sueño no es nuevo. Inicialmente data de un siglo a. de C., llamado entonces "ruta de la seda", mantenido posteriormente por otras generaciones hasta que Xi Jinping la retoma titulándola "la nueva ruta de la seda". Si esto se llevase a cabo uniría numerosos países a la Unión Económica Euroasiática y Africana. Para este último continente China se comprometió a unas inversiones por valor de 60.000 millones de dólares.

China pretende convertir a Asia Central en el punto neurálgico de la lucha por el poder geopolítico, que consiga la ansiada paz y la armonía internacional. Beijing junto con Shanghái serían los puntos de salida de las grandes infraestructuras terrestres y marítimas, para terminar, las terrestres, en París, Londres y prolongación a Madrid. Las marítimas con los mismos puntos de partida a través del Océano Índico y el canal de Suez, tendrían como destino principal el puerto del Pireo en Grecia y ramificaciones hacia Venecia, Marsella, Barcelona y Valencia.

Rusia aceptaría su conexión a las redes citadas, sin embargo, la iniciativa china la ve con recelo EEUU, cuya política económica exterior no armoniza con el gran proyecto, ya iniciado por el gigante asiático. España no debería perder su adhesión al proyecto chino.


(*) Economista y empresario

No hay comentarios:

Publicar un comentario