MADRID.- El Gobierno vive días tensos. El episodio de la tesis doctoral
del presidente ha sido el último test de estrés para un equipo que vive
acelerado y en la prisa destapa sus puntos débiles. Las
contradicciones, las rectificaciones, los tropiezos, la ausencia de
coordinación entre gabinetes y ministerios y las dimisiones trasladan
una imagen de falta de solvencia que ha empezado a encender las alarmas
en las filas del PSOE, según evalúa hoy El Mundo.
En Moncloa admiten parte del problema. Lo achacan a la «velocidad» y al «ímpetu» que Pedro Sánchez
quiere imprimir a su proyecto de «regeneración progresista» mientras se
combate contra la «hostilidad» del adversario que no ha dado tregua.
Explican las dificultades para trabajar así, «en combate continuo».
Niegan las fricciones entre la vicepresidenta y el jefe de gabinete del
presidente y aseguran que, tras una semana «durísima», el Gobierno se
centrará en el diseño y negociación de los Presupuestos.
«Aquí no
se duerme», explica un miembro del equipo del presidente que echa de
menos algo de sosiego para «estabilizar y engrasar» la maquinaria
gubernamental.
Desde fuera del torbellino monclovita, en el partido y en el grupo parlamentario la preocupación empieza a hacer mella. El Consejo de Ministras y Ministros
brillantes, el equipo de currículo espectacular nombrado en apenas una
semana no está dando los resultados esperados.
Miembros de los
anteriores gobiernos socialistas identifican dos problemas clave: la
imposibilidad de gobernar con 84 diputados y sin pactos de legislatura y
la falta de cohesión entre los ministros.
El secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, afirmaba el jueves en los pasillos del Congreso
que el Gobierno «se cae a pedazos» y en el Grupo Parlamentario
Socialista hay ya quienes creen que tiene «al menos, parte de razón», y
eso a pesar de que con el apoyo de Unidos Podemos el Ejecutivo cuenta con un grado de estabilidad que pocos creían posible cuando Sánchez llegó a la Moncloa.
Culpan a Carmen Calvo de falta de coordinación y de no actuar como parapeto de Pedro Sánchez.
Los consultados repasan los tropezones de los primeros 100 días y
opinan que la desconexión interministerial es grave. «Era un Gobierno
bonito pero no sabe gestionar y carece de coordinación», lamentan.
Apuntan las fuentes al papel de la vicepresidenta, Carmen Calvo,
la pieza del Ejecutivo encargada de organizar y aglutinar a todos sus
miembros y, además, ser el dique de contención del presidente. A la mesa
de Sánchez, como antes a la de Rajoy, Zapatero o Aznar, sólo deben llegar los problemas importantes y acompañados ya de las posibles fórmulas de solución.
«Quien
ocupa la vicepresidencia», explica un destacado miembro del último
Gabinete de Zapatero, «debe saber que su destino es quemarse
irremediablemente y ser el centro de inquinas y rencores. Que se lo
pregunten a De la Vega o a Sáenz de Santamaría».
Mantienen
los consultados que esa labor está fallando, que Pedro Sánchez no tiene
parapeto, y añaden que esa carencia está provocando ya encontronazos
entre la número dos del Ejecutivo y su equipo y el jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo. Los supuestos roces entre ambos son ya objeto de comentario en los círculos políticos del Congreso.
En
Moncloa niegan estas diferencias con rotundidad. «Calvo y Redondo
trabajan codo con codo, horas y horas, dejándose las pestañas. Nunca he
visto esas fricciones», asegura el secretario de Estado de Comunicación.
Miguel Ángel Oliver
hace hincapié en la dificultad que supone hacerse con el peso del
Estado sin transición. Hay que trabajar, hacer cosas e intentar
estabilizar y organizar al mismo tiempo y todo ello «luchando contra un
clima de mucha hostilidad», explica.
Respecto a los episodios de descoordinación del Ejecutivo -el diésel, las subidas de impuestos, las bombas para Arabia Saudí, el sindicato de trabajadores sexuales, la defensa de Llarena...-,
en Moncloa prefieren quedarse con el resultado final de los conflictos
que se han desactivado. Admiten en todo caso que los ministros proceden,
muchos de ellos, de esferas profesionales alejadas de la política y no
han disfrutado de un mínimo «periodo de decantación».
Ahora, transcurridos los primeros 100 días, con el colofón de esta
última semana que en Moncloa califican de «durísima en lo personal, en
lo político e incluso en lo ideológico», porque son conscientes del
desaliento que se ha generado dentro del propio PSOE, el Gobierno quiere
estabilizarse y centrase en el proyecto de los Presupuestos.
Sacar
unas cuentas públicas propias daría el oxígeno suficiente a un equipo,
que ahora muestra síntomas de desfondamiento, para mantenerse en la
carrera y enhebrar un proyecto que Sánchez define como de largo plazo.
El
propósito es dedicar el esfuerzo a los pactos imprescindibles y muy
complicados con quienes apoyaron la moción de censura para revalidar ese
respaldo en la prueba de las cuentas del Estado. El Gobierno es
consciente de que la tarea no será fácil.
En el partido, las
fuentes consultadas creen que, pese al evidente desgaste, Sánchez
intentará prolongar el mandato al menos un año más. Hasta octubre de
2019.
El análisis que hacen incide en que ahora, unas elecciones
anticipadas, previsiblemente se saldarían con un aumento de escaños
-hasta los 110, calculan- pero no bastaría para volver a gobernar.
«Todo
lo que pueda ganar el PSOE será a costa de Podemos
de manera que seguiría siendo imprescindible el apoyo de los
independentistas catalanes. Y eso», aseguran, «en estos momentos no se
produciría».
Añaden que lo que más le conviene a Sánchez es
afrontar las municipales y autonómicas en la Moncloa, una atalaya desde
la que se amplifican espectacularmente los mensajes, y confiar en que de
aquí al verano cobre fuerza en Cataluña la facción soberanista que desea desligarse de Puigdemont y Torra y con la que podría llegar a prosperar una nueva operación diálogo.
«Las
elecciones podrían haberse convocado tras la moción aprovechando la
cresta de la ola; ahora no es buen momento», argumentan. Y añaden:
«Además, Podemos, el principal partido que da apoyo al Gobierno, tampoco
las quiere. También ellos viven con la esperanza de recuperarse en los
comicios del 26 de mayo».
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