miércoles, 7 de marzo de 2018

'Politico Europe' cuestiona el relato de que España es el mejor ejemplo del proyecto europeo

BRUSELAS.- Duele desde su mismo título: "Un 'país de ladrones' brega con la corrupción" ('Country of thieves' wrestles with corruption). El país en cuestión es España y el título es el de la "Carta desde Madrid" que escribe Guy Hedgecoe en Politico Europe, el diario más leído y más influyente entre la fauna que se mueve en Bruselas, capital de la Unión Europea. Dos frases resumen el contenido. Una, el subtítulo: "El deficiente sistema judicial y el legado del fascismo aún contaminan los partidos políticos en España". Otra: "Este es un país de chorizos y de una justicia que no funciona", dicha por el dirigente comunista Julio Anguita en el 2009 y que Hedgecoe recuerda, según ElNacional.cat de Barcelona.

La cosa es que la pieza concentra en cuatro o cinco minutos los casos de corrupción más conocidos, simplificados, en frío, tal como los ve un extranjero (el autor, irlandés, trabaja en España desde 2003). Es un puñetazo. Leer, de corrido —no aquí y allí—, que entre julio de 2015 y septiembre de 2016, 1.378 funcionarios o políticos de todos colores fueron juzgados por corrupción; que el PP tiene ahora mismo 50 casos de ídem en los tribunales; que el exsecretario general del PP de Valencia ha aceptado ante el Supremo que financió campañas electorales con dinero negro; que dos ex presidentes de Andalucía están procesados por presunta participación en una estafa con dinero público por importe de 136 millones de euros; que al tesorero de CDC le han condenado por el caso Palau (seis millones en comisiones); que España ocupa la posición 42 en el índice de percepción de la corrupción de Transparency International, detrás de Costa Rica y Botsuana.... Leyéndolo todo de golpe ¿qué cara se le queda, allende los Pirineos, a un eurócrata, a un diplomático o a un euroquídam cualquiera?
Según la crónica, "los abusos cometidos en la actual España tienen sus raíces en la dictadura de Franco", que "puso en práctica lo que Paul Preston ha llamado 'pillaje institucionalizado'". De aquí a cuestionar el mito de la transición va una micra. Los comentaristas que cita el periodista apuntan en esta dirección. Las democracias surgidas del fascismo heredan las estructuras corruptas, dice uno. Remacha otro: administrar una nueva democracia es muy difícil si no es con los métodos aprendidos durante la dictadura. Añade un tercero: los mismos partidos han gobernado demasiado tiempo, han debilitado los controles y equilibrios del sistema. Se han convertido en mafias, concluye otro más.
"En España, la justicia contribuye al déficit [democrático]", explica Hedgecoe, que cita el Eurobarómetro del año pasado, que muestra que los españoles "tienen menos fe en la independencia del poder judicial que cualquiera de sus vecinos de la UE, excepto Hungría y Polonia". Para acabar de arreglarlo, recuerda la dimisión del nuevo fiscal anticorrupción después de que los papeles de Panamá revelaran que tenía activos escondidos en una empresa offshore. Encima, "la sensación que los medios de comunicación no vigilan a políticos y empresas con rigor adecuado".
No es extraño, concluye uno de los comentaristas, historiador, que los políticos españoles "experimenten la impunidad que los políticos franquistas solían experimentar".
El artículo trata del alcance de la corrupción y de sus raíces. No es un retrato completo de España, ni tampoco una pieza académica. A su tono reprobatorio, entre el regaño y la bronca, contribuye la parcialidad de los citados en la crónica, todos, digamos, "indignados": Darío Adanti y Edu Galán, director y editor del mensual satírico Mongolia; Jaume Muñoz historiador, director de L'Avenç y autor de "La España Corrupta" (prologado por Paul Preston); Joan Coscubiela, exportavoz de CSQP, y Simona Levi, dramaturga, activista y directora del Master en Derechos Civiles, Tecnopolítica y Cultura Digital de la UPF Barcelona School of Management y coautora de "Votar y cobrar - La impunidad como forma de gobierno".
“Me interesa muchísimo por qué hay tantos casos de corrupción en España y quería entenderlo”, explica Hedgecoe a El Nacional. Sobre la selección de fuentes: “no quería hablar con políticos, obviamente. No pensaba que toda la gente con quien hablé me remitiría a Franco como origen de todo. Entiendo que no es la única causa, pero es la raíz”.
El periodista no lo ha pasado muy bien: “es un tema delicado: no quieres hablar de Franco cuando hablas de España”. Otra causa de la corrupción es la concentración de poder en algunos partidos: el PSOE en Andalucía, el PP en Valencia y Madrid, CDC en Catalunya... Y otro factor son los medios, que tienen un papel importante en todo esto”.
Esta crónica, más panorámica que otras recientes, por muy incompleta y tendenciosa que se quiera, contiene hechos que afectan al mismo relato de la UE, que suele presentarse en el mundo como la institución que sostiene el periodo de paz más largo nunca conocido en el continente (Premio Nobel de Paz 2012), y se gusta señalando España como mejor muestra de los beneficios del proyecto europeo. No sólo cuestiona este marco de interpretación. Promueve el contrario. ¿Por ejemplo, como cae, en este contexto, la represión del independentismo, o la noticia de que se ha cambiado el régimen del IVA con efectos retroactivos para los centros catalanes de investigación, algunos de referencia mundial, que ahora tienen que abonar, de golpe, 20 millones de euros a Hacienda? Pues cae, como imagina cualquiera, en el contexto de la corrupción y del abuso. Estas crónicas escuecen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario