martes, 18 de septiembre de 2018

Aznar, imposible de creer y duro de pelar / Pablo Sebastián *

La comparecencia de José María Aznar en la comisión parlamentaria que investiga la corrupción del PP cumplió con las expectativas que de ella se esperaban, porque Aznar negó toda responsabilidad personal o política en esa corrupción que sin duda existió.

Y a la que se alude con claridad en la última sentencia de Gürtel, lo que nos induce a pensar que el expresidente no dijo la verdad por más que, salvo en el caso de Jaume Matas, se escudara tras la presunción de inocencia de las personas encausadas y en la espera de sentencias en muchos de los juicios en curso de la corrupción del PP nacional, madrileño, valenciano y balear.

Y constituye un acto de chulería inaceptable que, al término del encuentro, el expresidente dijera que se había ‘divertido mucho’. Máxime cuando son decenas de ex altos cargos de gobiernos (varios de sus ex ministros) y de ex dirigentes del PP los encausados por hechos ocurridos bajo su mandato de Presidente del PP y también bajo el mandato de Mariano Rajoy.

Mandatos en los que Aznar y Rajoy tuvieron mando directo, en ese tiempo de arrebata capas, sobre sus respectivos tesoreros Lapuerta y Bárcenas, cuyas firmas aparecen en los documentos de la doble contabilidad del PP y en reparto de los sobresueldos que el propio Bárcenas confirmó. Como en otras corrupciones del PP aparecieron confesiones y auto inculpaciones de empresarios y otros dirigentes, como Matas en Baleares y Ricardo Costa en Valencia.

Los indicios, evidencias, documentos, confesiones y primeras sentencias de esta trama de corrupción, descrita en la sentencia de Gürtel, permite a Aznar defenderse desde su posición personal pero no divertirse con el lamentable y penoso espectáculo que ha marcado su presidencia y la de Rajoy, que fue abatido de la Presidencia en una moción de censura por corrupción del PP.

Se entiende que el expresidente niegue aquello que le afecta e incluso el haber conocido a Correa, un íntimo amigo y el testigo de boda de su yerno Agag (Alvaro Pérez podría aportar algunos datos) pero al menos Aznar debió haber lamentado lo ocurrido con la corrupción del PP, la falta de controles y los numerosos casos de corrupción.

Otra cosa distinta fueron las mutuas y más bien políticas descalificaciones que Aznar protagonizó en sus duelos verbales con Iglesias (al que acusó de ser ‘un peligro para la democracia y la libertad’) o con Rufián y Matute. Pero eso, que se esperaba y veía venir, solo fueron cortinas de humo para evitar que resplandeciera la verdad y el fondo de la cuestión.


(*) Periodista


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