La comparecencia de José María Aznar en la comisión parlamentaria que
investiga la corrupción del PP cumplió con las expectativas que de ella
se esperaban, porque Aznar negó toda responsabilidad personal o
política en esa corrupción que sin duda existió.
Y a la que se alude con claridad en la última sentencia de Gürtel, lo
que nos induce a pensar que el expresidente no dijo la verdad por más
que, salvo en el caso de Jaume Matas, se escudara tras la presunción de
inocencia de las personas encausadas y en la espera de sentencias en
muchos de los juicios en curso de la corrupción del PP nacional,
madrileño, valenciano y balear.
Y constituye un acto de chulería inaceptable que, al término del
encuentro, el expresidente dijera que se había ‘divertido mucho’. Máxime
cuando son decenas de ex altos cargos de gobiernos (varios de sus ex
ministros) y de ex dirigentes del PP los encausados por hechos ocurridos
bajo su mandato de Presidente del PP y también bajo el mandato de
Mariano Rajoy.
Mandatos en los que Aznar y Rajoy tuvieron mando directo, en ese
tiempo de arrebata capas, sobre sus respectivos tesoreros Lapuerta y
Bárcenas, cuyas firmas aparecen en los documentos de la doble
contabilidad del PP y en reparto de los sobresueldos que el propio
Bárcenas confirmó. Como en otras corrupciones del PP aparecieron
confesiones y auto inculpaciones de empresarios y otros dirigentes, como
Matas en Baleares y Ricardo Costa en Valencia.
Los indicios, evidencias, documentos, confesiones y primeras
sentencias de esta trama de corrupción, descrita en la sentencia de
Gürtel, permite a Aznar defenderse desde su posición personal pero no
divertirse con el lamentable y penoso espectáculo que ha marcado su
presidencia y la de Rajoy, que fue abatido de la Presidencia en una
moción de censura por corrupción del PP.
Se entiende que el expresidente niegue aquello que le afecta e
incluso el haber conocido a Correa, un íntimo amigo y el testigo de boda
de su yerno Agag (Alvaro Pérez podría aportar algunos datos) pero al
menos Aznar debió haber lamentado lo ocurrido con la corrupción del PP,
la falta de controles y los numerosos casos de corrupción.
Otra cosa distinta fueron las mutuas y más bien políticas
descalificaciones que Aznar protagonizó en sus duelos verbales con
Iglesias (al que acusó de ser ‘un peligro para la democracia y la
libertad’) o con Rufián y Matute. Pero eso, que se esperaba y veía
venir, solo fueron cortinas de humo para evitar que resplandeciera la
verdad y el fondo de la cuestión.
(*) Periodista
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